lunes, 5 de diciembre de 2011

Lo que revela y oculta la crisis financiera " Alerta"

Alberto Rabilotta

La rebatiña colonial regresa al galope. Después de Libia será Siria mediante una “intervención limitada” de Francia, Inglaterra y Turquía, según el periódico francés Le Canard Enchaîné (23 noviembre 2011), y otra vez con el apoyo de la armada canadiense que el primer ministro conservador de Ottawa, Stephen Harper, dejó en el Mediterráneo para apoyar cualquier intervención de países de la OTAN (CBC, 20 noviembre 2011). Y luego “irán por Irán”, como escribía Juan Gelman en Página/12 el pasado 13 de noviembre.
Las no tan antiguas potencias coloniales europeas y el imperialismo estadounidense han aprendido la lección de Israel, que como destaca el historiador Yakov Rabkin “conservó el ‘virus’ occidental del uso de la fuerza para someter o colonizar a otros pueblos, y ahora ese virus está propagándose. No es de origen israelí ni de origen judío, es de origen europeo y fue muy bien preservado en Israel, que fungió como hospedante de valores occidentales que son tan agradables al rey de Arabia Saudí, quien los está aplicando con la represión en Bahrein” (http://alainet.org/active/47139〈=es).
En medio de las sucesivas crisis financieras, de los problemas estructurales del capitalismo que amenazan la supervivencia del sistema, la lucha por los mercados, sin tapujos y hasta con arrogancia, reaparece en sus formas originales. Detrás de las fuerzas militares de la OTAN, en Libia, llegaron los hombres de negocio de los países que participaron en esa agresión, como Francia, Inglaterra, Estados Unidos, Qatar, Canadá e Italia. Los militares bombardearon, mataron e hirieron y desplazaron a numerosos civiles y destruyeron gran parte de la infraestructura de Libia, y los hombres de negocio llegaron para obtener los contratos para reconstruirla, para vender las armas que permitan reponer los arsenales y el material militar destruido, y de paso obtener los contratos para apropiarse al máximo posible de los dos recursos naturales abundantes en ese país: el petróleo y el agua dulce.
Nada ni nadie está al resguardo de esta ofensiva reaccionaria

El regreso a las peores épocas del capitalismo es evidente en todo. Una a una las conquistas laborales y sociales ganadas a través de largas y costosas luchas obreras están siendo limitadas o van camino de la eliminación en los países capitalistas avanzados, todo esto en nombre de la austeridad fiscal y la competitividad, o sea para reforzar la dictadura del capital financiero sobre las economías y los pueblos.

El retroceso político es abrumador. La cúpula de la Unión Europea decidió quien gobernará Grecia e Italia, y entre otras cosas se apresta a establecer una “dictadura presupuestaria” que pondrá fin, en la zona euro, a la soberanía política de las naciones en materia fiscal y presupuestaria.

Los pueblos entienden que el sistema político compuesto por los “partidos de gobierno” no ofrece alternativa a la situación actual. En realidad los “partidos de gobierno”, sean conservadores o socialdemócratas, han capitulado ante los mercados financieros y prometen seguir desangrando a sus ya debilitados pueblos. Y en este contexto el temor a la inseguridad económica y social se instala en el electorado, lo que constituye un peligroso caldo de cultivo, como quedó demostrado durante la crisis de los años 30 del siglo 20.
                        
Mientras tanto el desempleo es altísimo y sigue aumentando, y la recesión económica que afecta a los países endeudados, como Portugal, Grecia y España, se expandió a Italia y amenaza al resto de la zona euro a medida que los gobiernos de países como Francia aplican más medidas de austeridad fiscal para reducir el déficit presupuestario, que reducirán la demanda agregada, o sea la capacidad de gasto de los franceses, con las sabidas consecuencias de un frenazo económico, una reducción de la recaudación fiscal y el aumento del déficit presupuestario. Y como la oligarquía financiera no pierde la oportunidad de ésta crisis que ella misma creó, al mismo tiempo exige que los países de la zona euro sigan eliminando las principales conquistas laborales de los trabajadores, como la semana de 35 horas en Francia, país donde la productividad es más elevada que en Alemania, para retornar a las 38 horas, y vaya a saberse si habrá o no compensación salarial.

Crisis de la civilización capitalista.

En Europa el racismo se ha vuelto una cosa cotidiana y junto al nacionalismo de la peor especie ha pasado a formar parte de la plataforma de algunos partidos políticos. Los odios étnicos están presentes y en algunos países europeos se manifiestan a través del discurso de los políticos y gobernantes.

Como dijo el ensayista canadiense John Ralston Saul (1), la globalización que se suponía iba a abrir las fronteras del mundo ha llevado directa o indirectamente a lo contrario, al nacionalismo en su versión antigua. Lo que hemos visto en los últimos 25 años, por buenas y malas razones, es un sorprendente retorno del nacionalismo, del nacionalismo positivo (como en países de Sudamérica) y del nacionalismo negativo. Del retorno del populismo y ahora el regreso al racismo. En las últimas décadas el racismo volvió a ser algo “socialmente aceptable”. Es algo atroz… Se puede ser racista y ser electo para gobernar un país. Italia tuvo un fascista como viceprimer ministro; Francia, vaya uno a saber; Hungría… ¿Cómo sucedió esto? ¿No era que íbamos hacia la apertura y que el nacionalismo estaba muriendo? La globalización trajo de vuelta, a nivel nacional, el populismo, el nacionalismo, el racismo y el fascismo, y las fronteras están cerrándose no por el miedo a Al-Qaeda sino porque están regresando las actitudes del viejo nacionalismo negativo, y esta es sólo una de las consecuencias imprevistas de la globalización dirigida por una deshumanizada ideología economicista.

Las elites que dieron vida a la globalización no están preparadas para la incertidumbre y confusión actual. Saben que algo está sucediendo pero ven los aspectos negativos como excepción a la regla, cuando en realidad "ya no estamos en la globalización, sino en otra cosa que todavía no sabemos definir", declaraba John Saul en 2005, cuando publicó su libro “The Collapse of Globalism and the Reinvention of the World”- (2). Y agregaba que si no hacemos este análisis seremos incapaces de crear una dirección (de cambio) y volveremos a ser victimas de las circunstancias de quienes propongan una dirección a seguir. Eso pasó en los años 30, y en muchos países llevó al nazismo o el fascismo, en otros llevó al New Deal o al comunismo.

En un debate el 11 de marzo pasado en Waterloo, provincia de Ontario, Canadá, John Saul subrayó que la globalización es un intento de “cambiar de prisma” para ver la civilización: “Hubo tiempos en que se la veía a través de Dios, de la religión, a través de la monarquía absoluta o de una ideología. La ideología a partir los años 70 del siglo 20 fue que había que mirar el mundo a través de la economía, y eso fue definido como ‘globalización’. O sea ver el mundo a través de la economía”.

El pensador canadiense explica como a través de esta ideología se piensa acerca del “ciudadano, que pasa a ser un cliente; de la cultura, en términos de cómo organizarla, financiarla y controlarla; o de la salud, donde uno entra en un hospital y nadie es un enfermo, sino clientes, como si fueran objetos de una teoría de gestión económica. Esta ideología que llamamos globalización es fundamentalmente un retorno a la visión utilitarista del funcionamiento de la civilización, de como inevitablemente debe funcionar”.

Para John Saul la globalización no es una idea nueva ni tampoco original, sino una vieja idea atada a una visión linear de como la civilización funciona y debe funcionar: “Forma parte de la antigua visión del racionalismo y el utilitarismo, de como nos movemos del pasado hacia el futuro, sin nunca poder retroceder. El progreso es siempre avanzar. La globalización es una especie de antiguo y lineal utilitarismo económico, atado a viejos modelos de crecimiento y de lo que constituye la riqueza, de que no hay limites a la expansión y el crecimiento, de que hay que aumentar constantemente el comercio exterior sin jamás examinar que tipo de comercio, en cuáles términos o si el comercio nos aporta lo que realmente queremos, ni tampoco examinar cuál es el propósito de aumentar el crecimiento o el comercio”

Este enfoque lineal, agrega, no produce una visión incluyente, de conjunto, sino una estrecha visión utilitaria de como el mundo funciona, y rompe el concepto de la ciudadanía, del bien común y la idea misma del ciudadano desinteresado, la idea misma de civilización, y nos aleja de lo que precisamente necesitamos, una visión holística, amplia e incluyente. Lo que ha ocurrido en los últimos 30 años es muy similar a la atmósfera en Francia bajo (el reinado de) Louis-Philippe 1 (3).

Apunta, como algunos economistas y politólogos, que bajo la globalización hubo un franco retorno del mercantilismo, o sea la creación de grandes corporaciones integradas horizontalmente (y) básicamente controladas por gerentes o administradores. Y compara las grandes transnacionales de hoy día con las empresas mercantilistas británicas u holandesas, como la Compañía de la Bahía Hudson creada por los británicos para controlar el comercio y la extracción de recursos en Canadá, o la Compañía Británica de las Indias Orientales, que no creaban riquezas sino que transportaban y comerciaban diferentes productos a través del mundo. Y subraya que bajo el orden neoliberal “tampoco aumentó la competencia entre firmas, sino al contrario, porque hemos visto el aumento de monopolios y oligopolios”.

Como escribe el sociólogo mexicano Pablo González Casanova (La Jornada, 14 de noviembre pasado), no hay duda de que vivimos en un mundo injusto y peligroso. La “opción racional” que orienta a las ciencias sociales hegemónicas se está convirtiendo, paradójicamente, en opción irracional. Sobre este aspecto y utilizando el referente de la “limpieza étnica”, John Saul habla de la “limpieza intelectual que en las últimas décadas hemos presenciado dentro de los círculos académicos, en particular en los departamentos de economía, para impedir la llegada o el acceso a nuevas ideas. Nunca hubo tan pocos desacuerdos entre economistas. Ahora eso está cambiando porque la situación es tan obvia que no puede ser ignorada. ¡Tres décadas sin desacuerdos! Quienes estaban en desacuerdo no eran publicados. Esto es un ejemplo clásico de la ideología, de rechazo al pensamiento intelectual, a las diferencias intelectuales, porque es a través de la diferencia que descubrimos nuevas cosas. Es algo similar a la secreta Congregación para la Propagación de la Fe (Santo Oficio) de la Iglesia católica, o sea un instrumento de propaganda a favor de una ideología, pero en este caso pretendiendo ser una ciencia económica”.

Para John Saul estamos frente a una ruptura catastrófica del pensamiento intelectual occidental, que explica la ausencia de cuestionamiento sobre la globalización, sobre el crucial ¿hacia dónde nos están dirigiendo? Y afirma que “es como haber caído en un escolasticismo de bajo nivel. Diría que lo que hemos tenido en las últimas tres décadas en términos de pensamiento económico (hegemónico) es el más bajo nivel de educación en materia de pensamiento intelectual desde 1750, cuando Voltaire decía que la aristocracia dominante (en Francia) no tenía necesidad de aprender a leer porque tenían personal doméstico que les leían”.

"LA AMENAZA DE LOS INDIGNADOS"

Rafael de la Garza Talavera

Las críticas, por no decir descalificaciones, al movimiento mundial que en unos lugares se conoce como indignados y en otros ocupas se han concentrado en denunciar la falta de demandas claras. Sin embargo, los recientes desalojos en Nueva York, París, Zurich y Londres demuestran que los gobiernos de esos países consideran al movimiento como una amenaza, a pesar de su supuesta incapacidad para definir objetivos y fines específicos. Parece ser que unas cuantas decenas o centenas de personas acampando en parques públicos o privados constituyen un insoportable desafío para los dueños del dinero en el mundo a pesar de que, según ellos, nadie comprende que quieren estos manifestantes. Por su parte, los banqueros están planeando atacar a los ocupas de Wall Street con un ‘discurso negativo’ que, ampliado por los medios que controlan, intentaría desprestigiar al movimiento. La empresa Clark Lytle Geduldig & Cranford (CLGC) sugiere que “Quizá sea fácil rechazar al OWS como un grupo de manifestantes desordenados, pero está demostrado que deberían ser tratados como competidores organizados, muy hábiles y capaces de hacer mover a los medios (...) Para contrarrestar esto, tenemos que hacer lo mismo.” (http://www.jornada.unam.mx/2011/11/20/economia/025n1eco)
 Los movimientos sociales posteriores al levantamiento indígena de 1994 en Chiapas poseen una serie de características que para las instituciones políticas tradicionales y sus corifeos son un misterio pero sobre todo una amenaza. El mundo de la política tradicional considera que un movimiento que no tiene un impacto inmediato y mensurable en la realidad y en las instituciones políticas o económicas simple y sencillamente no sirve para nada, pero no por ello dejan de reprimirlos y criminalizarlos sistemáticamente. Para nadie resulta un secreto que los políticos tradicionales se comportan como los empresarios, procurando que las ganancias, políticas o monetarias -que para el caso son lo mismo- sean en el corto plazo. En este sentido, todo lo que no deje ganancia hoy no sirve. Y es aquí donde radica una de las características del movimiento mundial en cuestión: no quiere ganancias rápidas sino inversiones a mediano y largo plazo. El objetivo principal del movimiento mundial es visibilizar la relación perversa entre los gobiernos y las corporaciones internacionales, basada en el lucro, para que las personas que luchan todos los días para sobrevivir se den cuenta de la vida miserable que nos ofrece el capitalismo mundial.
En efecto, a partir de 1994, los movimientos sociales han procurado comunicarse con la sociedad, manteniendo la interlocución con el estado en un segundo plano, para hacerle ver cuáles son los mecanismos que perpetúan la dominación, la explotación del hombre por el hombre. No pretenden tapar el sol con un dedo o caer en el dilema de todo o nada sino construir un discurso coherente que impacte no sólo a la inteligencia sino a los corazones de millones de personas que han visto la depredación de nuestro entorno vital y la pauperización de nuestras vidas y del futuro de nuestros hijos. Y dadas las circunstancias, caracterizadas por un monopolio mediático en todo el mundo, no es tarea fácil. Hoy los medios de comunicación son la principal arma de los dueños del dinero para persuadir a la población de las ‘bondades’ del capitalismo por lo que producir un discurso alternativo es el punto de partida de cualquier movimiento social contemporáneo.
Cuando el emperador chino decide ponerse un traje imaginario para impresionar a la corte sufre la mayor de las humillaciones cuando un niño exclama: ¡el emperador está desnudo! Y eso es exactamente lo que miles de personas están haciendo al reunirse en espacios públicos. Están diciendo simple y sencillamente que el capitalismo va desnudo, que sus ropajes ideológicos como la democracia liberal, los sistemas de gobierno, el desarrollo económico y el crecimiento, el progreso tecnológico y la libertad para consumir, no pueden ocultar más su comportamiento psicópata, su cinismo y corrupción, su incapacidad para construir sociedades en las que se pueda vivir con dignidad. Y si esto no es un objetivo claro, una demanda definida -mas allá de las diferencias lógicas producto de la enorme diversidad de un movimiento social mundial- pues entonces no entiendo nada. Y me da la impresión de que los dueños del dinero y sus empleados, los gobernantes, lo tiene muy claro también – como se señala arriba- aunque se empeñen en difundir la idea de que los indignados/ocupas carecen de demandas. Más bien lo que están buscando -con ayuda de los remanentes de la izquierda ortodoxa mundial- es que los destinatarios del mensaje, o sea ese 99%, se confunda y los escuche a ellos en lugar de a los que gritan a todo el mundo: ¡el capitalismo va desnudo! Sus ropajes ideológicos están deshechos y no pueden ocultar más sus miserias y sus mentiras.
Por lo que respecta a las formas de organización, en particular la asamblea popular, se puede argumentar lo complicado que es llegar a acuerdos y la posibilidad de que grupos politizados las manipulen pero a estas alturas es preferible que sean los que participan en ellas los que se equivoquen en lugar de las dirigencias partidistas o de organizaciones de izquierda tradicional. Las asambleas es un medio para construir una sociedad que reconozca su diversidad y su capacidad para tomar decisiones. En la medida en que esto suceda el medio se enlaza directamente con el fin último del movimiento: la posibilidad de vivir con dignidad. Para muchas personas que desconfían de los mecanismos de representación, la única posibilidad de manifestarse genuinamente se encuentra en las asambleas, en donde podrán escucharse a sí mismo, independientemente de que lo que digan ‘sirva’ al movimiento. Ocupar espacios públicos y organizar una base territorial expresa claramente la intención del movimiento de recuperar espacios, hacerse notar por el ciudadano común y corriente y desarrollar una solidaridad, una identidad a partir de experimentar condiciones similares y socializar formas de pensar y vivir.
Por último, las formas de acción giran alrededor de la lucha pacífica y global. La jornada mundial articuló protestas en un mismo día alrededor del mundo. Los que participaron en el 15O lograron comunicarse con muchas personas a miles de kilómetros de distancia, en tiempo real, articulando por primera vez una protesta que ha sido el sueño los teóricos de la revolución mundial. Y a reserva de valorarla en su justa dimensión, dicha jornada resultó un experimento que pone en la mesa la posibilidad de realizar acciones coordinadas en muchos países y ciudades enriqueciendo las formas de acción de los movimientos sociales.
Por todo lo anterior y sin caer en el optimismo exagerado el movimiento social mundial posee un elemento de identidad colectiva que gira alrededor de un objetivo claro: levantarle las faldas al capitalismo para mostrar sus miserias en un lenguaje sencillo y comprensible para la mayoría de la población mundial. Y ese es un objetivo digno de los tiempos en que vivimos, un objetivo por el que vale la pena vivir.

¿Hasta cuándo vamos a permitirlo?

Jaime Giménez Sánchez de la Blanca

No se le escapa ya a nadie que el momento que vivimos en la actualidad formará parte de los libros de historia. Puede que en el futuro el comienzo del siglo XXI sea recordado como el punto de encuentro entre dos eras. Y es que son múltiples las crisis que la humanidad afronta en la actualidad. Una crisis de valores que ha alzado al dinero al trono que antes ocupaban los dioses y ha cambiado los antiguos lazos de solidaridad social por el sálvese quién pueda. Una crisis económica provocada por esa avaricia incontrolada, por esa obsesión desmedida que nos lleva a querer amontonar billetes sin importar a costa de qué. Una crisis social reavivada por el resquebrajamiento del pacto entre capital y trabajo que aseguraba cierta redistribución de la riqueza. Una crisis política originada por el hartazgo de los ciudadanos hacia las continuas traiciones de aquéllos que dicen representarnos. Una crisis ecológica, en fin, que pone en serio entredicho la supervivencia del modelo de vida al que nos hemos acostumbrado. Y en la base de todo ello una palabra: Globalización. La globalización que favoreció la asimilación de culturas diferentes extendiendo por todo el planeta el materialismo hiperconsumista del American way of life. La globalización que derrumbó fronteras para crear un mercado único mundial, facilitando el efecto dominó en caso de que una economía nacional colapsara. La globalización que invalidó la capacidad de lucha de los trabajadores debido a la facilidad de los capitales para trasladarse a geografías menos combativas. La globalización que alejó aún más los centros de decisión de los ciudadanos, trasladándolos de las oligarquías políticas a las élites económico-financieras. La globalización, finalmente, que hizo creer en el sueño imposible del eterno crecimiento económico, barriendo cualquier esperanza de respeto real al ecosistema en el que habitamos.
Ha llegado la hora de decir basta. Basta a esta lógica suicida de crecimiento salvaje. Basta a esta sumisión incondicional hacia los mal llamados representantes políticos. Basta a esta aceptación generalizada ante la desigualdad social y explotación laboral. Basta a este modelo económico que nos ve como a mercancía y no como a seres humanos. Basta a la idealización del dinero como principal motor de nuestras vidas.
El cambio total de modelo de vida, la reestructuración radical de nuestra mentalidad, no es una opción, es una obligación. El planeta que habitamos no da más de sí. El ritmo de producción actual supera con mucho los niveles de sostenibilidad ambiental. El agotamiento de los recursos no es una perspectiva catastrofista, es una posibilidad más que probable. Por ello, pronto nos veremos abocados a tomar la decisión más importante de nuestra historia. Aceptar la inviabilidad del modelo actual y tomar decisiones coherentes para construir una humanidad más justa, más consciente y más respetuosa con su entorno. O, por el contrario, aguantar este ritmo de crecimiento suicida hasta que el planeta se asfixie.
¿Hasta cuándo vamos a permitirlo?

"Este capitalismo no da respuesta a la crisis"

Guillermo Malaina
Ulrich Beck (1944), sociólogo alemán, profesor de la Universidad de Múnich y de la London School of Economics, estudioso de la globalización y creador de conceptos como la "sociedad del riesgo", ofreció el pasado jueves en el Museo Guggenheim de Bilbao una conferencia dentro del foro Zientzia Foroa, promovido por Ikerbasque y Jakiunde.
¿Los estados, las élites económicas, los pueblos... están preparados para asumir la globalización?
Creo que no. No se ha entendido realmente la globalización, incluso para los sociólogos es muy difícil de entender. La principal unidad de los procesos políticos eran los estados-nación y ya no es así. Ahora debemos tener en cuenta cómo viven los habitantes de distintas partes del mundo porque forman parte ya de nuestros conflictos diarios, pero no estamos todavía preparados para entenderlo.
Plantea que el actual ordenamiento político de los estados tradicionales no es adecuado para responder a la crisis económica. ¿Cómo debe reordenarse para que sea efectivo?
Es una pregunta importante, pero muy complicada. Los esfuerzos de los estados nacionales no son suficientes para encontrar soluciones ante problemas como el cambio climático, la crisis del euro o la crisis mundial financiera... Hay una verdad importante: esto no lo puede hacer uno solo, debe haber cooperación. El capitalismo se ha convertido en algo ilimitado, y ahora estamos en una situación en la que generamos riesgos globales cuya solución resulta imposible a través de los medios del Estado-nación. Esta es una nueva situación histórica. Hay que ir hacia adelante, y eso pasa por establecer formas de coope-ración entre estados, pero también entre ciudades a nivel mundial, regiones, entre distintas unidades... El Estado puede legitimarse, además, cooperando con la sociedad civil, porque esta plantea nuevas cuestiones y pide la participación de los ciudadanos. Esta otra cooperación es una nueva manera de legitimar a los políticos.
¿Se puede seguir hablando en el siglo XXI del capitalismo como un sistema garante?
La tecnología no es la única que genera problemas. El capitalismo genera sus propios riesgos. Por ejemplo, el tema de Lehman Brothers, que fue el inicio de la crisis financiera, es un poco lo que fue Chernóbil con la energía nuclear. Necesitamos tiempo para darnos cuenta de esto. En cierto modo, la nueva versión liberal del capitalismo no da respuestas a estas situaciones de crisis.
"Hay que reinventar la democracia a nivel transnacional"
Usted defiende el cosmopolitismo como vía de solución, pero ¿cómo puede llevarse a la práctica?
Esa es una de las grandes preguntas. Quizá surja un nuevo principio político. Yo le llamo cosmopolitismo, porque nos enfrentamos a riesgos globales. Y cabe decir: o cooperamos o fracasamos. La idea importante es que necesitamos un marco de referencia donde la gente esté orgullosa de formar parte de una tradición y, a la vez, esté abierta a otras. Esto no se opone totalmente a la idea del nacionalismo, pero lo cambia. Tenemos una tradición nacional, que es importante, pero no es suficiente. Hay que relacionarse con los demás.
¿Su planteamiento no puede resultar utópico ante el modelo actual, dominado por los intereses de los mercados y el modelo tradicional de Estado-nación?
Le voy a dar la vuelta. El nacionalismo es la utopía. El nacionalismo en el siglo XIX era la idea realista, pero ahora es irrealista. Es imposible vivir uno solo. La única perspectiva realista es que tus tradiciones nacionales se relacionen con las demás. Es la única manera de solucionar tus propios problemas nacionales. Hay que reinventar la democracia a todos los niveles en Europa. Muchas de las decisiones no se toman ya a nivel local, sino a nivel europeo o en grandes empresas de distintas partes del mundo. Esto significa que la mayor parte de las decisiones va más allá de la participación, más allá de la democracia. Así que hay que reinventar la democracia a nivel transnacional. Tenemos que pensar qué tipos de elementos de la democracia tradicional se pueden utilizar para que aquellos que toman las decisiones a nivel mundial sean responsables. Y creo que esto es realismo, no idealismo.

Declaración de Caracas "CELAC" AMERICA UNIDAD

“En el Bicentenario de la Lucha por la Independencia Hacia el Camino de Nuestros Libertadores”

1. Las Jefas y los Jefes de Estado y de Gobierno de los países de América Latina y el Caribe, reunidos en Caracas, República Bolivariana de Venezuela, los días 2 y 3 de diciembre de 2011, en el marco de la III Cumbre de América Latina y el Caribe sobre Integración y Desarrollo (CALC) y la XXII Cumbre del Grupo de Río, y en el año de la conmemoración del Bicentenario de la Independencia de Venezuela, y en memoria y homenaje a la trascendental obra histórica de El Libertador Simón Bolívar, acuerdan:

2. Reconocer la valiosa contribución del Mecanismo Permanente de Consulta y Concertación Política - Grupo de Río- creado en diciembre de 1986 en Río de Janeiro en los temas centrales de la agenda regional y global y en favor de las más altas aspiraciones de nuestros países, así como el impulso que ha otorgado a la cooperación, como a la integración y al desarrollo de la región, la CALC, creada en diciembre de 2008, en Salvador de Bahía, Brasil.

3. Reafirmar la declaración de la Cumbre de la Unidad de América Latina y el Caribe (Riviera Maya, México, 23 de febrero de 2010) y, en particular, la decisión de constituir la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) que comprende a los 33 Estados soberanos de nuestra región.

4. Saludar la creación del Foro Unificado CALC y Grupo de Río de composición abierta, Co-Presidido por Chile y Venezuela que impulsó la excelente tarea de redactar el documento de procedimientos de la CELAC, dando cumplimiento efectivo a la Declaración Ministerial de Caracas del 3 de julio de 2010.

5. Reconocer los importantes logros y consensos alcanzados en las reuniones de las Ministras y los Ministros de Relaciones Exteriores realizadas en Caracas, durante julio de 2010 y abril de 2011, así como las reuniones ministeriales especializadas de lo social, ambiental, energético, financiero y comercial, en el marco de la Presidencia venezolana de la CALC.

6. Conscientes de los desafíos que la crisis económica y financiera internacional presentan al futuro de nuestra región y a nuestras legítimas aspiraciones de inclusión social, crecimiento con equidad, con desarrollo sustentable e integración.

7. Convencidos de que la unidad e integración política, económica, social y cultural de América Latina y el Caribe constituye, además de una aspiración fundamental de los pueblos aquí representados, una necesidad para enfrentar con éxito los desafíos que se nos presentan como región.

8. Conscientes de que la conmemoración del Bicentenario de los procesos de Independencia en América Latina y el Caribe, ofrece el marco propicio para la consolidación y puesta en marcha de nuestra Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).

9. Decididos a promover y proyectar una voz concertada de América Latina y el Caribe en la discusión de los grandes temas y en el posicionamiento de la región ante acontecimientos relevantes en reuniones y conferencias internacionales de alcance global, así como en la interlocución con otras regiones y países.

10. Reconocer que nuestros países han avanzado en procesos de Integración regional y subregional y en la conformación de diversos mecanismos a lo largo de las últimas décadas, reflejo de su vocación de unidad y su naturaleza diversa y plural, que constituyen un sólido cimiento a partir del cual edificamos la Comunidad que agrupa a todos los Estados latinoamericanos y caribeños.

11. Conscientes de la aspiración común de construir sociedades justas, democráticas y libres y, convencidos de que cada uno de nuestros pueblos escogerá las vías y medios que, basados en el pleno respeto de los valores democráticos de la región, del Estado de derecho, sus instituciones y procedimientos y de los derechos humanos, les permita perseguir dichos ideales.

12. Ratificar nuestro apego a los Propósitos y Principios enunciados en la Carta de las Naciones Unidas, y el respeto al Derecho Internacional.

13. Destacando el camino trazado por los Libertadores de América Latina y el Caribe hace más de doscientos años, un camino iniciado de manera efectiva con la independencia de Haití en 1804, dirigida por Toussaint Louverture, constituyéndose de esta manera en la primera República Independiente de la región. De la misma manera recordamos que la República de Haití liderada por su Presidente Alexandre Pétion, con la ayuda prestada a Simón Bolívar para la Independencia de los territorios que en el presente conocemos como América Latina y el Caribe inició las bases para la solidaridad e integración entre los pueblos de la región.

14. Inspirados en la obra de los Libertadores, y asumiendo plenamente su legado como acervo fundacional de nuestra Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños.

15. Conscientes de que han transcurrido 185 años desde que se ensayara el gran proyecto de los Libertadores, para que la región se encuentre hoy en condiciones de abordar, por la experiencia y la madurez adquirida, el desafío de la unidad e integración de América Latina y el Caribe.

16. Inspirados en el Congreso Anfictiónico de Panamá de 1826, acto fundamental de la doctrina de la unidad latinoamericana y caribeña, en el que nuestras jóvenes naciones soberanas plantearon la discusión de los destinos de la paz, el desarrollo y la transformación social del continente.

17. Destacando la participación de los pueblos indígenas y afrodescendientes en las luchas independentistas y reconociendo sus aportes morales, políticos, económicos, espirituales y culturales en la conformación de nuestras identidades y en la construcción de nuestras naciones y procesos democráticos.

18. Reconociendo el papel histórico de los países de la Comunidad Caribeña (CARICOM) en el proceso de liberación, desarrollo e integración en Latinoamérica y el Caribe, y enfatizando el compromiso permanente de CARICOM y los Pueblos Caribeños para contribuir con el desarrollo integral y sostenible de la región.

19. Exaltando la conmemoración del Bicentenario de Independencia, los países latinoamericanos y caribeños honramos la memoria de nuestras luchas independentistas y reafirmamos el pensamiento integracionista que enarbolaron nuestros héroes y heroínas.

Declaramos:

20. En el marco del Bicentenario de la independencia, nos hemos reunido los 33 países de América Latina y el Caribe, luego de los esfuerzos concretados en la Cumbre de América Latina y El Caribe (CALC) realizada el 17 de diciembre de 2008 en Salvador de Bahía y la Cumbre de la Unidad realizada en Cancún el 23 de febrero de 2010, para poner en marcha la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).

21. Que conforme al mandato originario de nuestros libertadores, la CELAC avance en el proceso de integración política, económica, social y cultural haciendo un sabio equilibrio entre la unidad y la diversidad de nuestros pueblos, para que el mecanismo regional de integración sea el espacio idóneo para la expresión de nuestra rica diversidad cultural y a su vez sea el espacio adecuado para reafirmar la identidad de América Latina y El Caribe, su historia común y sus continuas luchas por la justicia
y la libertad.

22. Que teniendo en cuenta la diversidad en los procesos de formación de la identidad latinoamericana y caribeña, la CELAC se convierta en un espacio que reivindique el derecho a la existencia, preservación y convivencia de todas las culturas, razas y etnias que habitan en los países de la región, así como el carácter multicultural de nuestros pueblos, y plurinacional de algunos de nuestros países en especial de las comunidades originarias que promueven y recreen la memoria histórica, los saberes
y los conocimientos ancestrales.

23. Que reconociendo el derecho que tiene cada nación de construir en paz y libremente su propio sistema político y económico, así como en el marco de las instituciones correspondientes de acuerdo al mandato soberano de su pueblo, los procesos de diálogo, intercambio y negociación política que se activen desde la CELAC deben realizarse tomando en cuenta los siguientes valores y principios comunes: el respeto al Derecho Internacional, la solución pacífica de controversias, la prohibición del uso y de la amenaza del uso de la fuerza, el respeto a la autodeterminación, el respeto a la soberanía, el respeto a la integridad territorial, la no injerencia en los asuntos internos de cada país, la protección y promoción de todos los derechos humanos y de la democracia.

24. Con fundamento en los valores y principios del párrafo anterior y recogiendo la práctica del Grupo de Rio, la CELAC promoverá el desarrollo de instrumentos para garantizar el cumplimiento de los mismos.

25. Que es necesario continuar unificando esfuerzos y capacidades para impulsar el desarrollo sostenible de la región, concentrando los esfuerzos en el creciente proceso de cooperación e integración política, económica, social y cultural para así contribuir con la consolidación de un mundo pluripolar y democrático, justo y equilibrado, y en paz, despojado del flagelo del colonialismo y de la ocupación militar.

26. Que es necesario profundizar la cooperación y la implementación de políticas sociales para la reducción de las desigualdades sociales internas a fin de consolidar naciones capaces de cumplir y superar los Objetivos de Desarrollo del Milenio.

27. La necesidad de avanzar sobre la base de nuestros principios en el fortalecimiento y consolidación de la cooperación latinoamericana y caribeña, en el desenvolvimiento de nuestras complementariedades económicas y la cooperación Sur-Sur, como eje integrador de nuestro espacio común y como instrumento de reducción de nuestras asimetrías.

28. Que la CELAC, único mecanismo de diálogo y concertación que agrupa a los 33 países de América Latina y El Caribe, es la más alta expresión de nuestra voluntad de unidad en la diversidad, donde en lo sucesivo se fortalecerán nuestros vínculos políticos, económicos, sociales y culturales sobre la base de una agenda común de bienestar, paz y seguridad para nuestros pueblos, a objeto de consolidarnos como una comunidad regional.

29. Que la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), teniendo presente el acervo histórico del Grupo de Río y de la CALC, impulsará planes de acción para la implementación y el cumplimiento de los compromisos plasmados en las Declaraciones de Salvador de Bahía y de Cancún, en el Plan de Acción de Montego Bay y en el Programa de Trabajo de Caracas. Enalteciendo el proceso histórico vivido, las Jefas y los Jefes de Estado y de Gobierno de los países de América Latina y el Caribe deciden:

30. Adoptar, con base en los principios de flexibilidad y de participación voluntaria en las iniciativas las declaraciones y documentos adoptados en las reuniones ministeriales especializadas sobre Desarrollo Social y Erradicación del Hambre y la pobreza, celebrada en Caracas, 24 y 25 de marzo de 2011; reunión de seguimiento y evaluación de los avances del Foro de Ministros de Ambiente, Caracas, 28 y 29 de abril de 2011; reunión Ministerial sobre Energía, Caracas, 12 y 13 de mayo de 2011; reunión Ministerial sobre la Crisis Financiera Internacional y Comercio Exterior, Caracas 18 y 19 de mayo de 2011; reunión entre Mecanismos regionales y subregionales de integración en América Latina y el Caribe en el marco de la CALC, Caracas 25 y 26 de Octubre de 2010; reunión entre mecanismos regionales y subregionales de integración en América Latina y el Caribe en el área económico-comercial, Montevideo, 6 y 7 de abril 2010; Reunión entre mecanismos regionales y subregionales de integración en América Latina y el Caribe en el área productiva, Caracas 5 y 6 de mayo de 2011; reunión entre mecanismos regionales y subregionales de integración en América Latina y el Caribe en el área social e institucional, Caracas, 10 y 11 de junio de 2011; reunión de conclusiones entre mecanismos regionales y subregionales de integración en América Latina y el Caribe, Caracas, 11 de junio de 2011; reunión de coordinación de las iniciativas regionales en las áreas de infraestructura para la integración física de transporte y telecomunicaciones e integración fronteriza, realizada el 24 y 25 de marzo de 2011 en México; Reunión Regional de Mecanismos Latinoamericanos y Caribeños sobre Asistencia Humanitaria, realizada el 30 y 31 de mayo de 2011 en Panamá; reunión regional sobre protección a los migrantes, Perú 26 y 27 de junio de 2011. Dando cumplimiento al Programa de Trabajo de Caracas para la implementación de los mandatos de la CALC plasmados en las Declaraciones de Salvador de Bahía y de Cancún, así como en el Plan de Acción de los Cancilleres el 3 de julio de 2010.

31. Poner en marcha la CELAC, como mecanismo representativo de concertación política, cooperación e integración de los Estados latinoamericanos y caribeños y como un espacio común que garantice la unidad e integración de nuestra región.

32. Reafirmar que el propósito común de integración, unidad y cooperación dentro de la CELAC se sustenta en los acervos heredados por los principios compartidos y consensos adoptados en la Cumbre de América Latina y el Caribe sobre la Integración y Desarrollo (CALC) y el Mecanismo Permanente de Consulta y Concertación Política Grupo de Río, que luego de fructífera labor cesan formalmente en sus acciones y dan paso a la CELAC.

33. Incorporar el Plan de Acción de Caracas 2012 como parte integral de esta Declaración, con el objetivo de llevar a la realidad nuestro compromiso político de defensa de la unidad y la integración, la cooperación, la complementariedad y la solidaridad.

34. Aprobar el “Estatuto de Procedimientos de la CELAC”, como parte integral de la presente Declaración, poniendo así definitivamente en marcha su organización y funcionamiento.

35. Invitan a la Presidencia Pro-Témpore de la CELAC a que en el ejercicio de su Presidencia implementen el Plan de Acción de Caracas 2012 en especial lo relativo a los ejes temáticos en las áreas social, ambiental, energético, económico, cultural y otras áreas prioritarias determinadas en el Plan de Acción de Caracas. Asimismo, encomendar a los Ministros de Relaciones Exteriores a que formulen propuestas para destinar los recursos materiales y financieros necesarios, sustentados en los criterios de máxima efectividad y austeridad establecidos en el documento de procedimientos de la CELAC.

36. Comprometer la voluntad de nuestros gobiernos para instruir a los mecanismos y organismos regionales, a que promuevan entre ellos la comunicación, cooperación, articulación, coordinación, complementariedad y sinergia, cuando corresponda y a través de sus respectivos órganos directivos, para contribuir a alcanzar los objetivos de integración planteados en esta Declaración, asegurando el óptimo uso de los recursos y la complementariedad de esfuerzos.

37. Reafirmar la invitación para celebrar la Cumbre de la CELAC en la República de Chile en el 2012.

38. Celebrar en la República de Cuba la Cumbre de la CELAC en 2013.

39. Acoger la realización de la Cumbre de la CELAC en el año 2014 en la República de Costa Rica.

40. Dado en Caracas, cuna de El Libertador Simón Bolívar, República Bolivariana de Venezuela, el 3 de diciembre de 2011.