martes, 16 de julio de 2013

Los descuidos del chavismo

 

Al ver la imparable campaña política y mediática contra Nicolás Maduro, que se libra de norte a sur, no dejo de recordar los primeros tiempos de Hugo Chávez -fines de los 90- cuando pocos daban un real por su talante político proyectivo. Una vez desaparecido surgió una frase que quiso delinear, a modo de sentencia, la idea de que él era irreemplazable: Maduro no es Chávez. Sugestiva reflexión que resume lo que el antagonista anhela al excluir la dialéctica de los procesos sociales y políticos.
Por supuesto, las comparaciones son odiosas, pero sirven para graficar hechos. Ciertamente Maduro no es Chávez, y, muchos dijimos, en su momento, que lo peor que le podría ocurrir al actual presidente venezolano es querer imitar a rajatabla el estilo de Chávez. Pero de ahí a creer que su formación y origen social eran -o son- obstáculos para gobernar es una bobería.

Es innegable que los resultados de las elecciones de abril dejaron un mal sabor. (Sin contar todos los extraños ataques informáticos que sufrió el Consejo Electoral venezolano el mismo día de los comicios.) Quizás por eso los errores de campaña del chavismo lucían crasos a la hora de evaluar su real penetración política. No obstante, ese evento mostró cómo la oposición expresa el enfermizo amor que tiene por aquello que dizque alimenta el chavismo: el odio de clase. ¿Dónde hay más odio de clase: en la burla al chofer que quiso ser y hoy es presidente, o en la confirmación de que Chávez fue el hombre que por fisionomía o “silueta racial” encarnaba al venezolano promedio?
Pero como la vergüenza del otro -en la estética elitista- no parece ser ya la opción para “concienciar” contra el chavismo, hoy se apuesta a la deslegitimación. Primero fabrican una matriz informativa que echó dudas sobre los votos y, luego, menosprecian la constitución y viabilidad del gobierno. 


El propósito de Henrique Capriles no es que le “devuelvan” la presidencia que perdió por un hipotético fraude, sino propagar la idea de que “algo huele mal en Dinamarca”. De ahí que en su visita a Colombia, por ejemplo, no intentó siquiera revivir la demanda de una auditoría a los comicios de abril; más bien insinuó que Maduro no debe dormir tranquilo porque su búnker político mantiene despierto al monstruo de la inestabilidad. Y es que Capriles no está solo; tiene a varios congresistas opositores visitando países vecinos y a unos cuantos mercaderes venezolanos protestando en inglés y en Miami...

Además, la cruzada mediática que reporta la “escasez” de artículos básicos solo presenta a unos malísimos administradores de la crisis; pero nada dice de los sabotajes externos a la economía venezolana ni del acaparamiento y la especulación por parte del sector privado interno, que no acepta los controles de precios y que prefiere no producir y/o facilitar el contrabando.
Hoy es imperativo que Nicolás Maduro reconsidere el sustrato de su estilo y los métodos aplicados en la comunicación política de su gobierno. Este es otro momento del proceso bolivariano que implica renovación y reajuste. No asumirlo de esta manera supondría que el chavismo se confía demasiado y que los adversarios tienen ocasión de aprovechar su descuido.
 

viernes, 12 de julio de 2013

La NSA espió a Chávez en Roma

 
El Datagate se inició en Roma en mayo de 2006, cuando por orden de George Bush la mitad de la ciudad fue interceptada por la NSA, que quería conocer hasta el mínimo detalle de la visita de Hugo Chávez a Italia.
Primero Roma, luego el G-20 en 2009, con técnicas y tecnologías más refinadas. Edward Snowden ha revelado que el G-20 de 2009 se caracterizó por un complejo sistema de espionaje de las conversaciones de delegaciones enteras y de los líderes que asistieron a la cumbre, a través de la instalación de Internet cafés dotados de software espía, y del control capilar del sistema de Blackberry utilizado por los invitados, entre otras diabluras.

Lo que todavía no se sabe –y lo que Globalist es capaz de informar gracias a una fuente calificada que tuvo un papel directo en la historia– es que la gran operación de espionaje del G-20 tuvo en Italia su auténtico banco de pruebas. Una acción masiva de la NSA que se tradujo en un enorme salto de calidad que permitiría a la agencia de inteligencia convertirse en el Big Brother a escala planetaria de que hoy estamos hablando.

Volvamos a mayo de 2006, en la segunda visita a Italia de Hugo Chávez, presidente de Venezuela. Chávez estaba en esos momentos en una posición de confrontación con Estados Unidos y, en particular, con George Bush, al que unos meses más tarde (en septiembre) definiría como un diablo que dejaba tras de sí un rastro de azufre. Por otra parte, unos años antes Estados Unidos había apoyado el fallido golpe de estado contra el presidente venezolano, y uno de los agentes de la CIA implicados en el complot había sido destinado posteriormente a la estación de la CIA en Roma. Coincidencias.

La NSA, durante esos días, llevó a cabo una operación de sigint ( signal intelligence ) es decir, de espionaje electrónico, sin precedentes, que fue el comienzo de una nueva etapa en su capacidad de control y penetración.
7 de mayo 2006 . En el aeropuerto de Ciampino, en zona reservada, aterriza un avión que transportaba a algunas personas “invisibles”, sin nombre ni identidad. El procedimiento es el mismo que más tarde sería conocido para el público en las entregas extraordinarias y que ya era procedimiento estándar: nivel de secreto máximo, con el menor número de posibles huellas.
Los ocupantes de la aeronave eran parte de un equipo de élite de la NSA. Al llegar a Ciampino fueron llevados directamente a un ala de la Embajada de EE.UU. en la Via Veneto, donde permanecieron recluidos en régimen de aislamiento durante la duración de la misión. Nada de hoteles, nada de contactos con el mundo exterior, ni siquiera con el personal de la Embajada. Después de la misión, mismo recorrido a la inversa hasta Ciampino. El equipo llevaba equipos de última generación (estamos hablando de 2006), capaces de interactuar con el sistema de satélites y guiar a éstos e interactuar con los aviones espías.
9 de mayo de 2006 . En el cielo de la capital comienzan a volar dos aviones espías controlados directamente por la NSA. Dos aviones que se relevan y que permanecen 24 horas al día en vuelo sobre Roma para que no perder ni un minuto de supervisión.
10 de mayo de 2006 . Llega a Roma el presidente venezolano, Hugo Chávez. El suyo es un viaje por toda Europa. En Roma, el encuentro más importante está programado para el día 11 por la mañana: se trata de una visita al Papa Benedicto XVI. También en la agenda hay una visita y entrevista privada con el presidente de la Cámara, Fausto Bertinotti. Chávez va directo a un hotel de Via Veneto, que se halla, paradójicamente, a unas pocas decenas de metros del equipo llegado a la capital para espiarlo. Pero es sólo un detalle: la tecnología hubiera garantizado también un monitoreo a una distancia de kilómetros.

La operación de la NSA se inicia en todos sus aspectos. Llega poner bajo control todas las frecuencias de radio (incluyendo las de los equipos italianos); y también llega a controlar la red internet de manera similar, por supuesto de acuerdo con las posibilidades de la época, a la descrita por Snowden para China: mediante entrada en los nodos de las redes de comunicación que dan acceso a las comunicaciones de cientos de miles de personas sin tener que piratear cada uno de los ordenadores, y obviamente también los teléfonos.
   


Durante toda la duración del viaje, Hugo Chávez es acechado electrónicamente gracias a dos instrumentos de extraordinaria importancia para la sigint : el bombardeo por radio y las capacidades de escucha a gran distancia. Es decir, sólo con el uso de satélites y aviones espías, la NSA era capaz de escuchar las conversaciones de Chávez, incluso las que se llevaban a cabo en lugares privados y cerrados y, por supuesto, en lugares abiertos. No había ninguna necesidad de instalar micrófonos en las habitaciones o de enviar a ningún espía armado con un micrófono espía en el tobillo. Todo circulaba vía satélite con potentísimas tecnologías. Obviamente carísimas.

Además, cuando el presidente venezolano se trasladaba de un lugar a otro, o estaba en algún lugar en el que las ondas de radio causaban interferencias y no se llegaba a escuchar las conversaciones, la NSA era capaz de activar un dispositivo de emergencia consistente en tumbar todas las ondas y frecuencias en un radio de 500 a 600 metros. En la práctica, mientras estaba activo el dispositivo los mandos a distancia de los televisores o el control remoto de las puertas no funcionaban, las líneas de teléfonos móviles quedaban interrumpidas, y los aparatos de radios reducidos al silencio. Todo ello no durante horas, sino por unas pocas decenas de segundos. Nada que no pudiera confundirse con un mal funcionamiento temporal normal, que por lo tanto no generase sospechas. Pero que ofrecía a la NSA el tiempo necesario para “ limpiar” la señal.

La operación Chávez costó una fortuna, pero fue una orden explícita del propio George Bush, quien veía en el presidente de Venezuela uno de sus principales enemigos y del que quería conocer todos los detalles, sus estrategias y cuáles eran sus contactos y referencias internacionales.

Tras la partida de Chávez, los dos aviones espías emigraron a otros cielos. El equipo de la NSA siguió recluido en la Embajada un día más antes de ser devuelto en secreto a Ciampino; los altos mandos de la NSA que habían estado siguiendo el operativo desde la sala de mandos (al igual que Obama hubiera seguido la muerte de Bin Laden, y como vemos en las películas) comenzaron a analizar el botín.

¿Cuál era el botín de esa operación? Continuará en un próximo episodio. Por el momento tenemos una seguridad: la operación de Chávez fue una prueba. Sin ella no hubiera habido la del G-20 y quién sabe cuántas más. Era el año 2006. Desde entonces ya no se han detenido.

 

El legado de Hugo Chávez: sembrador de futuro

 
 El pasado 22 de mayo fue un día soleado, más que soleado, caluroso, con ese calor que sólo se siente al abrazar la vida, la palabra, la convicción. Cerca de 300 personas nos reunimos para, en primera instancia, analizar el legado de Hugo Chávez, pero muy en el fondo los convocados sabíamos que asistíamos a hacerle un homenaje al comandante de la Revolución Bolivariana, al hombre que sembró “Patria y verdades” en toda América Latina, como lo comentaría el antropólogo Gilberto López y Rivas. Recordando a Julio Cortázar, “andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos”; el basamento de esta enorme empatía, de este gran cariño, de este amor patrio y verdadero fue Hugo Chávez. A nuestra humilde manera quisimos rendirle un homenaje, porque así se le rinde homenaje a los hombres verdaderos, desde abajo y ala izquierda. Hablamos de revolución, de socialismo, de esperanza, de futuro, sin que nos escociera le lengua y sin escondernos ni avergonzarnos de nuestras convicciones, porque si algo le aprendimos al comandante los presentes, fue esa manera de hablar directo y sin ocultar nuestros objetivos; a ser honestos con nosotros mismos y en esa dimensión dialéctica ser honestos con todo lo demás.
Los convidados fuimos varios. Reunidos en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, los embajadores de la Republica Bolivariana de Venezuela, Hugo José García, de la República de Cuba, Dagoberto Rodríguez Barreda, de la República de Argentina, Patricia Vaca Narvaja y del Estado Plurinacional de Bolivia, Marcos Domic Ruíz, así como los reconocidos analistas y colaboradores del periódico La Jornada, Luis Hernández Navarro y Gilberto López y Rivas y la representante de la Coordinadora Mexicana de Solidaridad con Venezuela, Rosa María Hernández, recordamos a “este gigante, constructor de sueños” como muchos en Venezuela y en el mundo lo recuerdan.
Al iniciar la reflexión, algo nos quedó profundamente claro a los asistentes: si el pensamiento y la acción de Chávez son tan potentes y generaron tantas adhesiones y animadversiones, es porque se trata de un personaje capaz de cambiar la historia; ¡y vaya que lo hizo! Se trató y se trata de una acción articulada con un pensamiento liberador, un pensamiento antiimperialista que busca transformar y cuestionar de raíz las estructuras del capitalismo. No es un marxismo clásico, ni ortodoxo, sino se trata de una posición crítica que surge de la experiencia práctica, que respira desde Latinoamérica y se alimenta de la memoria y los anhelos más profundos de los pueblos, a quienes siempre tuvo presente en la articulación de su particular discursividad. Gilberto López y Rivas y la compañera Rosa María Hernández nos facilitaron la tarea para llegar a tales conclusiones.

El embajador del Estado Plurinacional de Bolivia, Marcos Domic Ruíz, invitó a los presentes a reflexionar acerca de las acciones que llevó a cabo Hugo Chávez, pero también a considerar que será todo aquello que perdurará después de su muerte: “lo que quede vivo” y nos ayude a seguir encontrando el rumbo de la justicia en la región y en el mundo. Nos compartió el agradecimiento que siente el pueblo boliviano por el impulsor de la ALBA y la CELAC, pues sin “este hombre culto”, que se sabía a dedillo la historia de América no tendríamos la misma libertad y la integración con la que contamos hoy en día en Latinoamérica; hombre culto, que conocía mejor que nadie la voz del pueblo.
La embajadora de la República de Argentina, Patricia Vaca Narvaja, comentó que era indiscutible el legado de Hugo Chávez, al tratarse de una personalidad histórica que había sido pionero en todo sentido y eso lo elevaba a un lugar trascendente en la historia universal. Nos hizo recordar la conmovedora frase que la presidenta argentina pronunció después de hacer los honores respectivos en su visita a Venezuela: “!Hombres como Chávez, no mueren, se siembran!” La frase es tan atinada y resulta tan profundamente esclarecedora, porque describe perfectamente la relación simbiótica que el dirigente se esmeró por esculpir con el pueblo al que representaba; un pueblo que siempre fue destinatario e interlocutor de sus acciones.
El Embajador de la República de Cuba, Dagoberto Rodríguez Barrera, fue pletórico en anécdotas y señalamientos, resaltando la estrecha relación que los dirigentes históricos de la Revolución Bolivariana y la Revolución Cubana mantuvieron, lo que ha permitido hermanar a los pueblos de sus respectivos países y fortalecer sus procesos sociales. El embajador comentó que junto a Hugo Chávez el pueblo cubano ve a José Martí, Benito Juárez, Simón Bolívar y a todos los próceres de América, pero sobre todo ve a un compañero, que permitió a “Cuba dejar de ser ese faro solitario en la lucha por la emancipación de los países de América Latina”; y mucha verdad hay en estas palabras, pues al día de hoy se dice Cuba y se entiende Dignidad, pero también esa Dignidad se traduce en Venezuela y en los pueblos de Latinoamérica, en la Patria Grande.

El embajador de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo José García, nos dio un recorrido por los antecedentes históricos de América Latina, itinerario necesario si se quiere tener una aproximación a la compleja personalidad del militar democrático, dirigente carismático, líder histórico y guía indiscutible de los procesos de integración latinoamericana en el siglo XXI; anatema devenida en ofrenda dónde se solidifica su legado, su más ambiciosa apuesta: la construcción de un socialismo de nuevo tipo, un socialismo de los pueblos de América, un Socialismo del Siglo XXI.
Asimismo, el coordinador de opinión del periódico La Jornada, Luis Hernández Navarro, convocó en una consigna clara y contundente a defender el legado de Hugo Chávez, al pueblo venezolano y al proceso bolivariano, de la misma manera cómo el comandante, con el diagnóstico a cuestas de una enfermedad terminal, salió a hacer campaña y derrotar a la derecha. Celebre es la fotografía en la que Chávez se dirige a un público que estoicamente, al igual que él, soportan el aguacero que les cae a raudales en ese evento de octubre de 2012, “Era el cierre de campaña, vestía una camisa azul y una camiseta roja. Era la imagen de un hombre fuerte, grande, que paradójicamente luchaba por su vida.”
En ese antes y después que significó la irrupción en la historia de Hugo Chávez, junto con los pueblos de América Latina que reclamaron “el gobierno de sus propios destinos”, aún le alcanzó la osadía para, “como el Cid Campeador”, volver a derrotar a la derecha después de muerto. La fotografía lo dice todo, pero obvia el sentido que dan las palabras y el lenguaje: posiblemente los interlocutores de Chávez soportaban el aguacero porque, contrario a la descripción de su segundo apellido, Frías, el calentaba con su voz la lluvia, era la voz del mañana, el preámbulo del ALBA… la disputa por hacer valer la historia de los pueblos de América.

¿El pueblo no tiene conciencia? o es un problema de dirigencia.

 
Incluso antes del resultado alarmante de las elecciones del pasado 14A, los sectores reformistas afirmaban que los "defectos y/o errores" del proceso revolucionario que vive Venezuela, y la imposibilidad de su profundización (así como ahora la pérdida de mas de medio millón de votos en las pasadas elecciones), son producto de las masas populares que carecen de una conciencia clara, que les permita avanzar y consolidar el socialismo en el país. Mas aun, estos reformistas afirman, que la dirigencia oficialista no puede radicalizar la revolución hasta que las masas alcancen el nivel de conciencia que les permita “entender y defender” la construcción del socialismo.
Para responder a tales aberraciones pseudo-intelectuales, es necesario primero explicar, ¿Qué es la conciencia? Y ¿Cómo es que esta llega a ser lo que es?, y así demostrar la necesidad, ahora y no luego, de radicalizar la revolución bolivariana y dar el paso definitivo para la consecución del socialismo en el país.
¿Que es la conciencia y como se genera?
La conciencia según los psicólogos se pudiera resumir como "la representación mental del entorno del individuo y su capacidad para valorar el presente, y para entender su lugar, o papel en las relaciones sociales". En términos más sencillos, la conciencia es lo que yo como individuo, entiendo de mi entorno (sociedad, familia, pueblo, ciudad, país, etc.) y del papel que ocupo en dicho entorno.
Ahora bien, el estudio sobre el marxismo nos permite entender que las relaciones sociales se pueden dividir en dos grandes grupos, las relaciones ideales (o mentales; por ejemplo familiares, de pareja, amigos, etc.), y las relaciones materiales o también conocidas como relaciones de producción. Estas últimas se refieren a las relaciones de los individuos en la sociedad, en torno a las fuerzas productivas del modo de producción predominante de la época y el ordenamiento de la sociedad en relación al sistema socio-político-económico que este modo de producción genera.
O dicho de otro modo, las relaciones entre individuos o grupos, de dependencia y/o dominación económica, las cuales ocurren, muchas veces, al margen de la razón común.
Estas son visibles cuando analizamos las relaciones entre patronos y trabajadores, ya que hay una vinculación contractual o jurídica, que nos permite identificarla. Sin embargo no es visible a simple vista cuando analizamos las relaciones entre clases sociales, dominantes y dominadas, o sea, la relación entre los que poseen la propiedad privada sobre los medios de producción, y los que no, y que se ven forzados a venderle su fuerza de trabajo, a los primeros, para obtener su sustento diario.
En definitiva, las relaciones de producción (infraestructura) determinan directa e indirectamente, la superestructura, conformada por todo el ordenamiento social, las instituciones (públicas y privadas), la moral, la ideología, la idiosincrasia la cultura y en última instancia la forma en que se dan las relaciones sociales ideales.
Esto lo vemos al comprender la concepción materialista de la historia o materialismo histórico, al dividir la historia de la sociedad humana en etapas en base al modo de producción dominante, nos damos cuenta que en cada etapa se establecieron relaciones sociales diferentes y que al surgir un nuevo modo de producción con este surgía una nueva sociedad (junto con sus instituciones) que gradualmente reemplazarían a la sociedad antigua.

En resumen, las relaciones sociales materiales determinan básicamente a la sociedad y todo el entorno que rodea al individuo como sujeto social.
Anteriormente afirmamos que la conciencia es una representación mental del entorno que rodea al individuo, entornes podemos afirmar también que quienes se desenvuelven en un entorno social diferente, tienen un tipo de conciencia diferente, o sea una representación mental diferente.
En la practica podemos ver que una persona que nazca en la pobreza, con muchas necesidades materiales (de alimentación, vivienda, educación, servicios básicos, etc.), que se vea forzado a abandonar los estudios para trabajar desde muy pequeño, tiene una conciencia diferente a quien nace en “cuna de oro”, con sus necesidades materiales satisfechas, que pueda estudiar y ejercer una carrera profesional.
O, comparando a alguien que nació en el siglo XVI, con alguien nacido a finales del siglo XX, veremos que poseen conciencias aun mas diferenciadas.
En el primer ejemplo pudiéramos interpretar que las condiciones materiales de vida, el entorno social, las necesidades materiales, etc. determinan la conciencia del individuo. Sin embargo como ya explicamos anteriormente, son las relaciones sociales materiales o relaciones de producción, las que determinan la sociedad en que vivimos (entorno social) y por ende a la conciencia del sujeto social.
Y esto lo vemos mas claro cuando comparamos el segundo ejemplo, sin considerar las condiciones materiales de ambos individuos, podemos notar que la diferencia que tiene un mayor peso en el entorno donde estos sujetos se desenvuelven, es precisamente el modo de producción y las relaciones sociales materiales propias de este.
Sin temor a equivocarnos podemos decir entonces que el principal factor que determina la conciencia son las relaciones de producción.
Conciencia revolucionaria, conciencia de clases
Como hemos visto, la conciencia esta rezagada a las condiciones materiales del individuo y/o el colectivo, ya que al ser una representación mental del entorno y mas aún, siendo los humanos animales de costumbre, la conciencia busca adaptarse y justificar su permanencia en la "seguridad" del entorno conocido, en otras palabras la conciencia humana no es por naturaleza revolucionaria, sino todo lo contrario.

Se requiere una acumulación suficiente de condiciones sociales adversas o contradicciones, para que las masas abandones una postura conservadora y den el salto de conciencia necesario que los lleve a reclamar un cambio, hacer una revolución, derrocar un régimen, cambiar un sistema, etc. Esto lo pudimos notar en “El Caracazo”, un pueblo descontento salió a las calles, motivado a las políticas neoliberales aplicadas por décadas en el puntofijismo.
Entonces la conciencia revolucionaria se adquiere a través de la experiencia, pero también de la teoría, es por esto que las clases dominantes históricamente siempre han atacado a la literatura revolucionaria y han introducido la suya en vez. Sin embargo, el capitalismo no puede evitar que se agudicen las diferencias de clase, que a la larga terminaran acabando consigo mismo.
Ahora bien, estas distinciones entre burgueses y trabajadores, no esta siempre clara a la simple vista, es por esto que el revolucionario debe comprender el papel que juega dentro del sistema establecido, e identificar a la clase dominante, para así entender cual es el enemigo jurado de la revolución socialista. Este reconocimiento de la realidad social se denomina conciencia de clases.
Alienación: trabajadores apoyando burgueses
Sin embargo, la conciencia de clases no se limita solo a los revolucionarios o a la clase trabajadora. Toda clase dominante siempre ha sabido identificar el papel que juega en el sistema establecido. Y en base a esta conciencia se organiza y opera en función de perpetuar su dominación. No es de extrañarnos entonces que la burguesía sea la primera traba ante todo avance progresista, sin escatimar esfuerzos hasta verlos aplastados.
No nos debe caber la menor duda que en la lucha de clases, como es de suponerse, la burguesía avanzara firmemente, jugando correctamente el papel que le corresponde, el de defender sus intereses de clase. Y cualquier esfuerzo de conciliar con ellos será en vano. Avanzar en busca de una sociedad mas justa e igualitaria para las mayorías oprimidas, significa arrebatarle privilegios a las minorías que controlan los medios de producción, y estas minorías no se quedaran de brazos cruzados mientras esto pasa.
Si bien, la clase dominante siempre conoce claramente su lugar, en las clases dominadas estos no ocurre por si solo. Como vimos anteriormente la naturaleza de la conciencia es conservadora, y busca precisamente justificar y adaptarse a las relaciones sociales conocidas.
Es por esto que el trabajador, comúnmente piensa que luego de mucho esfuerzo puede llegar a ocupar el lugar del patrono, mas aun ante los reclamos de los trabajadores organizados puede oponerse a sus propios intereses y defender los del explotador.
Este fenómeno mental se denomina alienación o enajenación, la lógica simplista impuesta por el sistema capitalista, es que solo mediante el trabajo y la dedicación, es posible adquirir y acumular riquezas, es por esto que las altas esferas de la burguesía, que han logrado acumular enormes sumas de dinero, son vistas por la clase trabajadora como un exitoso modelo a seguir, de dedicación y crecimiento profesional.
Es por esto que la socialización de la propiedad privada de los medios producción a través de las expropiaciones, es visto muchas veces como un acto en contra de los intereses del individuo trabajador que busca progresar.
Sin embargo, la acumulación de las contradicciones sociales, como dijimos, llevan al oprimido a romper con la conciencia conservadora, es por esto que la burguesía hace de los medios de comunicación, que son también propiedad de esa clase, sus armas de propaganda, para mantener a los trabajadores sumisos, distraídos y alejados de la realidad social del sistema, mostrando una cara distorsionada y tergiversada, según sus intereses, del desgastado capitalismo, haciendo un especial énfasis cuando las contradicciones nos llevan a las crisis, y cuando hayan gobiernos que defiendan los intereses populares, reforzando así el proceso de alienación de las masas.
Como diría Malcon X: "Si no tenemos cuidado, los medios de comunicación harán que acabemos odiando a los oprimidos y amando a los opresores."
Es por esto que vemos como grandes masas de la clase trabajadora terminan comprando el discurso camaleónico de la derecha venezolana. Culpar a lo sectores alienados del pueblo, por sus posturas reaccionarias es simplemente desconocer como las relaciones de producción influyen en la conciencia, y menospreciar el enorme esfuerzo que hace la burguesía para que esta, de hecho, sea así.
¿De quién es la culpa?
La conciencia de las masas esta rezagada a las condiciones materiales de existencia, mas aún, los partidos políticos tradicionales, están por detrás de las masas, solo avanzando cuando estas les presionan. Mientras que por su lado la burguesía juega su papel reaccionario, como es de suponerse.
Las masas por si solas difícilmente adquieren una conciencia revolucionaria que los lleve a reclamar un cambio, sin la suficiente acumulación de contradicciones sociales, y lo que es mas grave aun, las políticas reformistas implementadas, que no buscan de hecho acabar y reemplazar al capitalismo, sino solo suavizarlo, precisamente suavizan también las contradicciones sociales, significando un reflujo en el detonante de la conciencia revolucionaria de las masas.
Y esto lo vemos en la gran cantidad de jóvenes, "nacidos en revolución", que terminan apoyando al candidato de la burguesía, al no vivir por ellos mismos, las condiciones que arrojaron al pueblo a la calle en el Caracazo.
Entonces, ¿En quién recae la responsabilidad de hacer que la revolución avance hacia el socialismo?

Es por esto que la responsabilidad recae en la dirigencia revolucionaria que pueda, de una vez por todas, romper con las relaciones de producción existentes, y para esto es necesario acabar de raíz con el modo de producción capitalista, e instaurar el socialismo, que generaría a su vez relaciones sociales diferentes, y en especial las relaciones de producción, que como infraestructura determinan toda la superestructura, que en definitiva es el factor social que tiene la capacidad de modificar la conciencia de las masas.
Sin embargo este fenómeno de evolución social, a través del cambio de las relaciones de producción, que reemplazará en definitiva a la vieja sociedad por esta más avanzada sociedad, no ocurre de la noche a la mañana. Siendo la conciencia un fenómeno mental complejo, es difícil determinar cuanto tiempo se tomaría en desaparecer la lógica capitalista de todos los individuos, es un proceso de reinterpretación social, que sumado a la transformación del estado, por uno acorde a estas nuevas relaciones sociales, harán en definitiva que el individuo se sienta mas satisfecho y seguro en este nuevo entorno social, y rechace cualquier regreso al viejo orden.
Entonces podemos concluir que las políticas reformistas que solo aplaquen las contradicciones sociales inherentes al capitalismo, si bien puede traer consigo mejoras en la calidad de vida a corto plazo, significaría a largo, o quizás mediano plazo una derrota de la revolución, gracias al reflujo en la conciencia de las masas que genera.
Por el contrario, radicalizar la revolución, hoy y no luego, rompiendo de lleno con el modelo capitalista, cambiándolo por el Socialismo Científico, significaría la única forma en que la revolución pueda consolidarse y perdurar en el tiempo, sin el temor de ser derrotado por la burguesía.