miércoles, 29 de junio de 2016

¿Escasez de alimentos o chantaje?

En febrero de este año, la Asamblea Nacional, cuya mayoría representa al sector opositor del gobierno nacional, declaró la crisis humanitaria e inexistencia de seguridad alimentaria para la población venezolana. Entre los considerandos se lee: “Que resulta inocultable, tratándose de un hecho público, notorio comunicacional, la ausencia de disponibilidad suficiente y estable de productos alimenticios, además de las serias dificultades de acceso oportuno y permanente a estos por parte de los venezolanos”. No hay duda de la dificultad que ha significado para el pueblo venezolano acceder a los alimentos, especialmente desde inicios de 2013. Largas colas deben hacerse a las puertas de los establecimientos para lograr adquirir algunos de los alimentos de la canasta básica. Al tiempo, y debido a que los alimentos no se encuentran en los anaqueles, ha proliferado un mercado paralelo e ilegal en el cual éstos están disponibles pero a precios muy elevados.
No obstante lo anterior, la disponibilidad de alimentos, definida como la cantidad producida y/o importada, no ha disminuido en proporciones equiparables con las manifestaciones de desabastecimiento. Las grandes empresas privadas responsables del abastecimiento no han reportado disminuciones significativas en sus niveles de producción, tampoco han manifestado haber cerrado sus plantas. En consecuencia, las dificultades de acceso oportuno y permanente a los alimentos, tal como se recoge en la declaración de los diputados no necesariamente se debe a la disminución de la disponibilidad. El problema se centra en el hecho de que estos alimentos que han sido producidos, importados y por tanto disponibles, no se encuentran de manera regular, oportuna, permanente y suficiente en los anaqueles, dificultándole al pueblo su acceso.
Una vez superadas las dificultades y luego de haber padecido largas colas o de haber pagado un sobreprecio en los mercados paralelos, o después de haber sido beneficiado de los programas sociales implementados por el Gobierno Nacional orientados a garantizar el acceso a los alimentos, el pueblo venezolano ha logrado consumirlos. Sin duda, lograr adquirirlos ha sido una gran calamidad por la cual atraviesa el pueblo venezolano, pero distante de una situación de inexistencia de seguridad alimentaria, de hambruna o de crisis humanitaria.
El consumo diario de alimentos del venezolano alcanzó las 3.092 kilocalorías el año 2015, nivel que supera el mínimo de seguridad alimentaria plena establecido por la FAO, el cual se ubica en 2.720 kilocalorías diarias por persona (Ver gráfico). Desde 1999 el consumo de kilocalorías diarias ha registrado un franco incremento, a excepción del 2002, año en el que sectores que hacían oposición al Gobierno adelantaron acciones de sabotaje a la empresa Petróleos de Venezuela, la principal del país. Si bien los niveles de consumo en kilocalorías no se ubican en los mismos niveles que en 2011 (año con mayor registro de consumo alcanzando las 3.221 kilocalorías), éstos siguen siendo superiores a las 3.000 kilocalorías diarias, lo que tampoco se corresponde con las manifestaciones de desabastecimiento y las largas colas.
Venezuela es el segundo país con mayor disponibilidad de calorías para el consumo en América Latina. Con estos niveles de consumo diario, resultará cuesta arriba convencer a la comunidad internacional de la situación de hambruna en Venezuela.
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¿A qué se deben las serias dificultades para que el pueblo venezolano acceda oportuna y permanentemente a los alimentos, si éstos han sido producidos, importados y por tanto están disponibles en cantidades suficientes permitiendo alcanzar los niveles de consumo mostrados? ¿Sobre quiénes recae la responsabilidad de que el pueblo deba padecer tales agravios?
Tanto la producción como la distribución de los 10 alimentos más difíciles de adquirir, por los cuales hay que hacer largas colas (harina de maíz precocida, arroz, pastas alimenticias, leche, aceite, margarina, café, carne de pollo, carne de res y huevos de gallina) están concentradas en no más de 10 grandes empresas privadas.

A manera de ejemplo, el alimento que más consume el venezolano es la harina de maíz precocida, forma parte de sus desayunos y cenas y es utilizada para la preparación de las arepas y bollos. Esta harina ocupa el primer lugar de la lista de alimentos más consumidos, representando el 11,4% del consumo total de alimentos diarios. En promedio, el venezolano consume 115,7 gramos diarios de esta harina. Se requieren alrededor de 97.000 toneladas mensuales para abastecer al pueblo venezolano. La capacidad instalada de producción nacional de harina de maíz precocida es 125.450 ton/mes, de las cuales el 81% está concentrada en ocho (8) empresas privadas. De éstas, solo una cuenta con el 62% de la producción de harina.
Estas 10 grandes empresas privadas, sobre las cuales recae la responsabilidad de abastecer de alimentos al pueblo venezolano no han disminuido sus niveles de producción, no han cerrado las líneas. Por el contrario, en sus reportes se registran incluso aumentos de producción. Siguiendo con el ejemplo, la producción de harina de maíz precocida de una de las empresas con mayor capacidad instalada, pasó de 43.159 ton/mes promedio en 2014 a 49.600 ton/mes en 2015.
Representantes de la industria de alimentos insisten en que la causa de la escasez es la disminución de la producción atribuida a dos aspectos: a la política de regulación de precios de los alimentos, que “no le garantiza ganancias adecuadas” y a la no asignación inmediata y suficiente de divisas por parte del Estado a estos empresarios. El hecho de que los alimentos hayan sido consumidos (luego de superadas las dificultades para el acceso por parte del pueblo venezolano) da muestras de que la producción y/o importación no han disminuido de manera significativa, y por tanto, la política de control de precios y la falta de divisas no están incidiendo sobre los niveles de disponibilidad.
Comparaciones históricas entre los niveles de disponibilidad y de precios regulados evidencian que si bien, para algunos alimentos y en algunos períodos, ha habido un rezago de los precios, esta situación no ha afectado la disponibilidad. Incluso desregulaciones de los precios de algunos alimentos no han garantizado que éstos se encuentren de manera oportuna, permanente y suficiente en los anaqueles. Tal es el caso de la margarina, los granos, la salsa de tomate y la mayonesa, todos muy consumidos por los venezolanos, cuyos precios no están regulados y sin embargo, su acceso se ha hecho difícil. O por ejemplo, alimentos cuyos precios han sido recientemente revisados y actualizados, como es el caso de los huevos de gallina, el café y el arroz, y sin embargo, tampoco se encuentran en los anaqueles.
El Gobierno Nacional ha estado asignando divisas para importar la materia prima y los insumos necesarios para la producción, o para adquirir en el exterior los alimentos terminados. Al comparar los niveles de importación del 2004 (año en el que no se registraba desabastecimiento de alimentos) con 2014, se observa que en el primero ascendieron a US$ 824.880.750,00 y en 2014 las importaciones sumaron US$ 2.281.712.109,97. La cantidad de divisas que el Gobierno Nacional asignó para la importación de alimentos o sus insumos incrementó 177% durante el mencionado período. A partir del 2015 los ingresos de divisas del país han registrado una disminución consecuencia de la caída de los precios del petróleo, no obstante, eventuales disminuciones en la asignación de divisas no se corresponden con los niveles de consumo y por tanto de disponibilidad de alimentos durante el referido año. Siguiendo con el mismo ejemplo, la mayor productora privada de harina de maíz precocida en Venezuela recibió en promedio, solo en 2014, 367% adicionales de divisas con respecto a los años anteriores.

Las serias dificultades que el pueblo venezolano está enfrentando para acceder a los alimentos no son causa de la disminución de la disponibilidad. Las dificultades se presentan en el proceso de distribución y suministro, en el hecho de que los bienes producidos en cantidades suficientes no se encuentran oportuna y permanentemente en los anaqueles de los establecimientos expendedores de alimentos, generándose de esta manera una percepción de “escasez” que origina largas colas y la proliferación de mercados ilegales en los que se transan estos alimentos a precios muy elevados. La pregunta que surge es en manos de quién están estos alimentos? ¿De quién depende su distribución y suministro?
En el Arte de la Guerra” de Sun Tzu se lee que “La regla general de las operaciones militares es desproveer de alimentos al enemigo todo lo que se pueda”. Es que acaso está el pueblo venezolano siendo sometido a una guerra?
En las guerras militares, convencionales, a quien se busca privar de alimentos es a los ejércitos, a las tropas, no a los civiles, acción que por inhumana igualmente rechazamos, tanto la privación de los alimentos como la guerra misma. Pero en este caso es al pueblo venezolano todo, sin distinción (aunque el de menos recursos siempre es el más afectado) a quien se le está tratando de privar de los alimentos, haciéndole cada vez más difícil su acceso. Será que se trata de un gran chantaje para acceder al poder político de parte de algunos sectores? ¿Será que apuestan al desgaste, desesperación, desesperanza, angustia e incertidumbre del pueblo venezolano? ¿O es que acaso ven en el pueblo venezolano un gran ejército? Necesario es identificar quiénes son los que comandan estas acciones que consideran al pueblo venezolano un enemigo, capaces de intentar desproveerlo, sin piedad alguna, de los alimentos.
Vale la pena recordar uno de los pasajes de El Príncipe de Nicola Machiavelo: “… un príncipe jamás podrá dominar a un pueblo cuando lo tenga por enemigo, porque son muchos los que lo forman; a los nobles, como se trata de pocos, le será fácil”.

martes, 28 de junio de 2016

No poder comprar ni una bombilla


 
 
Cuando el Comandante Chávez llegó al poder, activó una serie de programas sociales imprescindibles para acabar con esa terrible desigualdad y pobreza que habían dejado gobiernos pasados. Estos planes formaban parte de una transición, pues todos sabíamos que un gobierno socialista no podía ser eternamente asistencialista, sino que tenía que enseñarnos cómo resolver nuestros problemas.

Pero la manipulación mediática desde la derecha, unida a la pésima política comunicacional de nuestro lado, hizo sentir a millones de personas de la mal llamada clase media, que ellos eran el enemigo, aún cuando no lo eran.

Un meme muy famoso que circula por redes sociales lo aclara de forma muy didáctica. Palabras más, palabras menos, nos dice que:

Cuando hablamos de burgueses, no nos referimos a ti, que eres un simple y pendejo asalariado que trabaja para un patrón. ¡Nos referimos a los dueños de los grandes medios de producción, de las grandes empresas, de las grandes fábricas!
Algo tan simple como eso no pudo ser explicado convincentemente, y en ese momento 4 millones de personas (hoy 8 millones) que viven en las urbanizaciones y hasta en nuestros barrios se han declarado en defensa de la burguesía y del gran empresariado venezolano y multinacional, que jamás movería ni un dedo por defendernos a nosotros, la masa de trabajadores que hemos construido este país.
Durante los primeros años del proceso bolivariano, estas personas de la clase media en realidad nunca perdieron nada. Más bien ganaron, gracias a decisiones del gobierno como los créditos indexados, programas como los de los automóviles Chery, o con la simple decisión de que el Estado continuase siendo el dueño de Corpoelec, Hidroven, Cantv, Movilnet, el Banco de Venezuela o las universidades autónomas, evitándose que los bolsillos de los venezolanos fueran destrozados por las cuotas mucho más altas que cobrarían estas empresas e instituciones de estar en manos privadas. Para cualquier referencia, pregunten a habitantes de Colombia, España u otros países cuánto pagan ellos por electricidad, teléfono, agua y otros servicios públicos, y compare los costos en función del porcentaje de sus sueldos que deben dedicar a esto.


Yo tengo que agradecer el haberme graduado en la Universidad Central de Venezuela, algo que jamás hubiera podido lograr si Rafael Caldera y Henrique Salas Römer hubieran concretado sus ideas de privatizar las universidades autónomas. Y cientos de miles de personas lograron graduarse en universidades como la UBV, la UNEFA, la UNESR y tantas otras que nunca se hubieran creado o ampliado de no haber llegado Chávez al poder.

Pero la mejor ganancia que pudo traer este proceso es la paz. El que millones de personas salieran de la pobreza crítica y hubiera menos desigualdad, contribuyó a evitar que se tomaran caminos violentos para intentar acabar con la pobreza, como ocurrió en países vecinos que aún experimentan las consecuencias de ello, costándole la vida a cientos de miles de personas y dejando millones de desplazados.

La vida no es como las películas Terminator o "Volver al Futuro", en las que hay varias líneas de tiempo distintas, y para conocerlas sólo hay que cambiar de DVD. Es imposible conocer cómo sería la "línea de tiempo" de una Venezuela paralela, en la que Hugo Chávez nunca hubiera llegado al poder. Pero si me tocara apostar, yo diría que, sin él, la gran mayoría de los venezolanos estaríamos viviendo un presente mucho más oscuro y violento que el que vivimos hoy, por difícil que nos resulte creerlo.

Ni un bombillo
 
El problema es que, al arreciar la guerra económica, la clase media sí comenzó a sentir que se le quitaban cosas. Por ejemplo, la simple capacidad de comprar un bombillo: antes se podía conseguir el de filamento a Bs. 20, y el ahorrador a Bs. 200. Pero en estos momentos los de filamento cuestan Bs. 600 y los ahorradores Bs. 3.500 o más. Es decir, una persona que gana sueldo mínimo, no puede pagar 3 bombillos ahorradores con un mes de salario. Y un solo bombillo de filamento cuesta más de lo que una familia paga por un mes de servicio eléctrico.

Pongo el ejemplo del bombillo, pero en realidad está pasando con casi cualquier artículo importado que necesitemos, incluyendo alimentos, medicinas, repuestos, artículos personales, piezas y lo que sea. Hay quien alega que esto pasa porque no tenemos capacidad de producción en el país, y eso en parte es verdad. Pero también es cierto que no existe ningún país en el mundo que produzca el 100 por ciento de los bienes que consumen sus habitantes.

Claro, que los clase media vivimos en una burbuja particular egoísta y que sólo vela por nuestros propios intereses. No vemos ni siquiera al barrio que tenemos al frente, que gracias a la Revolución ha sido rehabilitado, mejorado, cuenta con mejores servicios públicos, salud primaria, mejor educación, Canaimitas y un operativo Barrio Nuevo Barrio Tricolor que mejora enormemente la infraestructura de los hogares. Mucho menos nos damos cuenta de lo que ocurre en una comunidad en pobreza crítica, que ni siquiera tienen acceso a electricidad, agua potable ni aguas servidas, y de pronto llega el gobierno e instala una Base de Misiones que les cambia enormemente la vida.

¿Quién tiene la culpa de que la clase media no se entere de estos grandes logros sociales? ¿Está bien culparlos a ellos de que, gracias al cine y las series de televisión, conozcan mucho mejor la ciudad de Nueva York que una comunidad en pobreza crítica a 2 kilómetros de distancia? ¿Y de que sólo salgan de esa burbuja de cristal cuando todos aquellos bienes que siempre habían podido comprar, de pronto se escapan de su alcance?

Cajas negras
 
Por supuesto, no era el gobierno de Maduro el que nos está quitando la posibilidad de comprar un bombillo. Pero todo este proceso de importación y venta de productos y bienes funciona como una enorme caja negra cuyo funcionamiento los ciudadanos desconocemos con exactitud.
  • Por un lado, CencoEx entrega los dólares generalmente a grandes empresarios para que éstos importan productos.
  • Al parecer, los empresarios son unos corruptos que revenden una parte de los dólares para sacarles grandes ganancias, e importan mucho menos productos de lo que debieron importar.
  • Pero en CencoEx aparentemente no fiscalizan a los empresarios como debieran, porque al parecer son una mafia de corruptos.
  • Tampoco hay mayor fiscalización hacia CencoEx, y la prueba es que en 2013 se perdieron 25 mil millones de dólares, robados por empresarios a través de empresas de maletín con la complicidad de Cadivi/CencoEx, y no hay mayores culpables por esta bochornosa acción.
  • Luego, en las aduanas hay más corrupción.
  • La Guardia Nacional Bolivariana también agrega corrupción.
  • En el ente de supervisión de precios, el Sundde, también hay ineficiencia y corrupción.
  • La creación de un "Comando Nacional de Precios Justos" no ayudó absolutamente en nada a resolver los problemas.
Esta imposibilidad de conocer exactamente lo que pasa, permite a la derecha culpar al gobierno, y el gobierno se defiende culpando a la derecha.
En estos días vi en VTV al presidente de Sundde diciendo en una entrevista, con absoluta tranquilidad, que el Estado venezolano provee prácticamente la totalidad de las divisas para importaciones, a precio preferencial. Señaló que el argumento de los empresarios, de que ellos tienen que vender los productos a precio de dólar paralelo porque el Estado no les da dólares preferenciales, es absolutamente falso. Pero no explicó por qué el 95 por ciento de los artículos a la venta en la mayoría de las tiendas se sigue vendiendo a precio de dólar paralelo.

Es decir, culpa únicamente a los empresarios, de la misma manera que un vigilante que se quedó dormido culpa únicamente a los ladrones por el robo que acaban de sufrir, y trata de eximir su propia culpa.
Por su parte, los empresarios culpan al gobierno de Maduro de no darle suficientes dólares, de regular los precios de forma absurda, de aumentar los sueldos constantemente, de no permitirles despedir trabajadores, etcétera.

Al final, tras dos años largos de guerra económica en la que ambos bandos se echan la culpa sin resolverse el problema, el 99 por ciento de los mortales seguimos desconociendo exactamente lo que pasa, lo que se termina traduciendo en los resultados electorales del pasado 6 de diciembre. ¿Alguien podía esperar otra cosa?

Entonces, a veces prendo VTV y veo a algún ministro diciendo que se hizo un operativo de entrega de bombillos ahorradores en la comunidad del barrio tal, donde les regalaron los bombillos porque el gobierno bolivariano y chavista quiere que todo el mundo viva bien. ¡Que esto sí es socialismo! Y me alegra mucho por los beneficiados.

Pero yo también soy un ser humano, vivo en una zona de esta mal llamada clase media, y no puedo comprar bombillos. La gran mayoría de mis vecinos tampoco. Las ferreterías están llenas de bombillos, pero no podemos comprar ni uno por su precio cada vez más desenfrenado.

Y no quiero ir al consejo comunal, para que le pidan al ministerio un operativo de regalo de bombillos.

Sólo quiero recuperar la capacidad que tenía hace dos o tres años, de comprar bombillos sin perder el 90 por ciento de mi salario mensual en ello. Y que todos mis vecinos puedan recuperar esa capacidad. Porque mientras ellos no la recuperen, JAMÁS vamos a poder acercarnos a ellos para intentar convencerlos de que la revolución bolivariana es una opción válida.

Jamás podremos hacerlo.


Ni con 100 mil campañas comunicacionales, ni trayendo a los mejores publicistas del mundo, ni haciendo 5 mil mesas de trabajo para firmar tres mil manifiestos de apoyo a la Revolución, ni haciendo 45 mil Corazones Llaneros o 600 mil Suena Caracas, ni trayendo a Nicky Jam, Gilberto Santarrosa, Jerry Rivera o Chino y Nacho. Ni resucitando a Michael Jackson, Héctor Lavoe o Rocío Durcal. Nada de eso servirá para recuperar apoyo.

Hasta que estos vecinos (personas que viven en edificios residenciales del este de Caracas, que no son burgueses ni pequeño-burgueses, sino simples trabajadores y profesionales asalariados) no puedan recuperar las capacidades adquisitivas que tenían hace unos años, nunca podremos convencerlos de que este es el camino correcto.

Y ellos votan. Y su voto vale.

Si el recuperar esa capacidad adquisitiva implica multar y cerrar a buena parte de los importadores del país y que el Estado tenga que asumir su actividad, pues ¡bienvenida sea esta decisión! Si los puertos son del Estado y si las aduanas son del Estado, pues que las importadoras también lo sean. Y si los distribuidores finales tampoco quieren entender que trabajan para un pueblo y un país que quiere ser libre y soberano, ¡pues que también sean asimilados!

Esperemos que las decisiones económicas que se tomen en los próximos días no sean más de lo mismo. Si no hay acciones radicales, valientes y contundentes que puedan acabar con la guerra económica en los próximos meses, todos sabremos que no podremos salir bien librados de los procesos electorales que la derecha intentará en los próximos meses para acabar con el gobierno de Nicolás Maduro.

El congreso de la patria

 
 
Cuando el Presidente Maduro anunció, a fines del año pasado, que se realizaría un Congreso de la Patria en la segunda quincena de enero, nos sentimos desagradablemente sorprendidos ¿Algo que pinta tan importante como para llamarse “Congreso de la Patria” se va a realizar dentro de un mes? ¿Sería posible una improvisación tal? Afortunadamente, le dimos al Presidente y al liderazgo el beneficio de la duda, imaginando que se volvería sobre el tema a principios de este año, tal como ocurrió en la cadena de radio y TV del día 4 de enero. Maduro informó que el 23 de enero, una fecha emblemática en varios sentidos, se convocaría un Comité Promotor del Congreso de la Patria, que es muy otra y correcta cosa. Esto despejó plenamente aquella duda, aunque a decir verdad hay otras que persisten. Enumeremos:


1) ¿Cómo se designará tal Comité Promotor? Nuestra recomendación: que sea tan amplio y representativo como debería ser el Congreso mismo. Entender desde un principio que es un Congreso chavista solo en su concepto de unión nacional y espíritu antiimperialista, pero no en la incidencia en el error del sectarismo y la exclusión, que tanto daño nos ha hecho. Lo ideal sería que se incorporaran al Comité inclusive sectores críticos antiimperialistas que aunque difieren de algunas de las políticas del PSUV y del Gobierno, están dispuestos a defender la Patria frente al imperialismo y la oligarquía.
2) ¿Cómo se escogerán los delegad@s al Congreso? Nuestra recomendación: que se realicen elecciones amplias y democráticas por sectores (sectores de la educación, clase obrera, emplead@s, empresari@s patriotas, intelectuales y artistas, militar, etc.), en elecciones donde se den a conocer equitativamente los candidat@s y sus méritos, y que no sean impuestos ni por el PSUV ni por el Gobierno ¿Qué esto llevaría quizá demasiado tiempo? ¿Y cuál es el apuro? La Patria tiene tiempo suficiente para hacer las cosas bien, para lo que no tiene tiempo es para seguir equivocándose. Por supuesto, se aplicaría el sabio principio de “sin prisa pero sin pausa”. Serían miembros naturales del Congreso un representante de cada partido y organización del Gran Polo Patriótico, un representante de la bancada patriótica de la Asamblea Nacional, un representante del Parlamento Popular Nacional, el (la) Canciller de la República, un representante de cada uno de los poderes públicos (además de la AN). Deberían hacerse presentes invitados internacionales no deliberantes. 

3) ¿Cómo se constituirá la mesa directiva del Congreso? Lo peor sería es que la constituyeran mayoritariamente los dirigentes partidistas o los altos funcionari@s del Gobierno. Lo ideal sería que fuese presidida por el Presidente Maduro, seleccionado por aclamación, por tratarse del máximo líder del proceso, pero que el resto de tal Mesa sea conformado por un delegad@ de cada sector representado en el Congreso, seleccionado por los integrantes de dicho sector.

Entre los temas más difíciles para el Comité Promotor será el establecimiento de asuntos que son vitales para cualquier reunión de este tipo: tiempo de reunión (días de desarrollo), agenda, metodología del debate y otros.

Creemos que el objetivo central del Congreso debería ser la conformación de un Gran Frente Nacional Antiimperialista, cuya forma de organización y tareas generales sean establecidas por el propio Congreso. En la actual coyuntura, la labor del Congreso debería prolongarse a través de comisiones de trabajo que se declaren en sesión permanente para afinar temas como tareas específicas, formas organizativas participativas, asuntos específicos como formación, comunicación, petróleo, empresas básicas, diplomacia de paz, promoción de la integración latinoamericana y del Sur, multipolaridad, etc. 


Es nuestra opinión que el Congreso de la Patria no debería ser espacio para la crítica y la autocrítica en cuanto a la gestión de Gobierno, ejercicio en marcha y que tiene otros espacios y oportunidades, sino concentrarse en lo referente a la organización del país, del pueblo, y a las tareas para profundizar y defender la soberanía, y preparase para la defensa de la Patria en todos los terrenos. Es decir, para garantizar el cumplimiento cabal del primer gran objetivo histórico del Plan de la Patria.

lunes, 27 de junio de 2016

Millones de Chávez

 
 La desaparición física y las honras fúnebres del presidente Hugo Chávez han alcanzado la dimensión nacional, regional e internacional únicamente deparada a contados acontecimientos políticos. ¿Cuándo se ha visto algo semejante? Se acostumbra a decir que “el poder desgasta” pero este caso lo refuta. Chávez gobernó Venezuela 14 años, nada menos que contra la voluntad y el hostigamiento de Estados Unidos y del gran capital internacional con las enormes dificultades que conlleva tamaña empresa. Pues bien, desde su fallecimiento, hace ya nueve días, no han dejado de fluir las filas kilométricas de pueblo que las 24 horas, acude a darle el último adiós. La mafia televisiva internacional no cesa de atacarlo ni por elemental respeto al dolor de la gran mayoría de los venezolanos, pero no ha podido ocultar la magnitud y emotividad del tributo popular. Curiosamente, las mentiras y estereotipos sobre la Revolución Bolivariana que durante años ha intentado instaurar en la mente de sus audiencias son pulverizados en segundos por las mismas imágenes que se ve forzada a transmitir. A personas conservadoras se les escucha este razonamiento: por algo será que tantos lo lloran. 

Muchos en otras latitudes quedan atónitos ante un espectáculo tan inusual en una época en que, salvo conocidas excepciones, los políticos son detestados por la ciudadanía. En este caso es tanto más significativo puesto que si hay un pueblo rebelde ese es el venezolano. De ello dan testimonio innumerables hechos a lo largo de su historia, desde las luchas por la primera independencia, pasando por la resistencia contra las dictaduras militares y gobiernos neoliberales del siglo 20. ¿Cómo olvidar el caracazo, primera gran rebelión antineoliberal de América Latina? O ya con Chávez en Miraflores, la resuelta derrota del golpe de Estado, del paro petrolero y de los numerosos intentos desestabilizadores noqueados por la firme movilización popular.
Doblemente notorio ya que muy pocos pueblos en el mundo han alcanzado la elevada cultura política del venezolano a partir precisamente del ascenso del “arañero” a la presidencia en 1999. Y es que además de las portentosas conquistas sociales conseguidas bajo su conducción, Chávez hizo otra contribución aún más importante a sus compatriotas. Les abrió el espacio en la decisión de los asuntos públicos negado por los gobiernos anteriores y combinando su práctica política con su magistral pedagogía de multitudes trasformó a Venezuela en una gigantesca cátedra de educación revolucionaria. No es ningún secreto que esa participación política es inexistente en casi todas partes comenzando por las supuestas democracias “consolidadas” de Estados Unidos y Europa. Por esa razón, hay que descartar del todo el fanatismo o el simple dejarse llevar por sentimientos coyunturales de que han hablado algunos politólogos de pacotilla como explicación de esta gigantesca manifestación de duelo. Hoy hay millones de Chávez por sentimiento y por convicción en Venezuela y en el mundo. 

Ello deja muy clara la razón fundamental por la que la Revolución en Venezuela llegó para quedarse aunque Chávez no esté ya físicamente. Que se sienten a esperar los siervos del imperio como Vargas Llosa y Montaner –la estrella de CNN- por el fin del chavismo, que según su vulgar noción termina al morir su líder. No es fortuito que también la bloguera de alquiler Yoani Sánchez haya vaticinado una estupidez semejante respecto a Cuba cuando falte Fidel.
La presencia en el funeral de 54 delegaciones oficiales y más de 30 jefes de Estado y gobierno habla por sí misma del reconocimiento internacional al liderazgo latinocaribeño e internacional de Chávez y de Venezuela. Allí estaban todos los gobernantes de los países más influyentes de América Latina y el Caribe. Estados Unidos, que hizo cuanto pudo por aislar al líder bolivariano, se ve más aislado que nunca.
Otro dato muy tangible asegura la continuidad de la Revolución Bolivariana a largo plazo: el espíritu de equipo, fraternidad, sabiduría política, y resolución mostrados desde hace meses y, sobre todo, en las últimas semanas, por la dirección político-militar aglutinada en torno a Nicolás Maduro. Es ella la que junto a un chavismo sereno y crecido en grado sumo se encamina a una victoria trituradora de la oposición en la elección presidencial del 14 de abril. Capriles, que se sabía derrotado, consumó su suicidio político con la miserable declaración sobre la fecha de la muerte de Chávez.

El ejemplo de Chávez

 
 
Hugo Rafael Chávez Frías, el enemigo público número uno de la oligarquía internacional, ha dejado este mundo. Con él no pudieron las insistentes campañas mediáticas, el golpe de Estado, el referéndum revocatorio, las votaciones electorales…, sólo pudo la enfermedad. El tiempo dirá si es casualidad o no que, precisamente, el líder más odiado por la burguesía internacional, empezando por la norteamericana, cayera enfermo justo cuando estaba en su apogeo. Yo vivo en un país, España, donde la figura de Hugo Chávez ha sido sistemáticamente demonizada, como mínimo muy polémica. Sacar la palabra “Chávez” en cualquier tertulia con los amigos, los familiares, los compañeros de trabajo,..., supone casi siempre encontrarse uno solo frente a una jauría enfervorizada que repite obsesionadamente que ese hombre era un dictador, un populista. A quienes dicen eso, sin embargo, les cuesta mucho justificar sus palabras. Dicen que era un dictador, pero no saben realmente explicar por qué. Dicen que era simplemente un populista, y la prueba definitiva son algunas de sus intervenciones públicas, la mayor parte de las veces sacadas de contexto. Indudablemente, el peculiar estilo oratorio de Chávez ha sido utilizado en su contra.

Sin embargo, si ser populista significa decir lo que uno piensa, hablar en un lenguaje claro y sencillo, incluso a veces exaltado, y, sobre todo, conseguir en la práctica reducir drásticamente la pobreza y las desigualdades sociales, favorecer a los pobres, a la inmensa mayoría, desarrollar la democracia, yo digo que ojalá tuviésemos en nuestro país muchos políticos populistas. Yo creo que Chávez, más que populista, ha sido, es, y seguirá siendo por muchos años popular. Popular porque hizo políticas populares, que favorecieron a la mayoría social de su país. Popular porque era, es, y seguirá siendo querido por gran parte de su pueblo. Popular porque él era del pueblo, de orígenes humildes. Popular porque sintonizaba con el pueblo. Yo creo que ha sido uno de los políticos más populares de la historia, al menos de la reciente. Los medios de desinformación masiva de mi país quieren enmascarar este hecho usando la palabra “populista” (que es habitualmente peyorativa) en vez de “popular”. ¿Pero qué puede esperarse de un país donde un partido llamado “popular” aplica las políticas más impopulares que pueda imaginarse?
Nadie es perfecto, pero indudablemente hay mejores personas que otras, las hay que intentan cambiar las cosas y las hay que se adaptan a ellas para sobrevivir y prosperar. Luchar contra el orden establecido es una de las tareas más agotadoras que pueda acometerse. Y Hugo Chávez, sin duda, lo hizo, tal vez hasta agotarse por completo. Gracias a que unas pocas personas no miran sólo por sí mismas es por lo que la humanidad ha avanzado, y seguirá avanzando. Quienes tanto se han creído la imagen oficial que nos han transmitido machaconamente en España (y en gran parte del mal llamado Primer Mundo) de que Chávez era la encarnación del mismo Diablo, deberían preguntarse por la reacción de su pueblo ante su muerte. ¿Cómo es posible que la muerte de un dictador despierte tanta tristeza y movilización popular? ¿Alguien ha visto ante la desaparición de cualquier político, en los últimos tiempos, tanta gente saliendo a la calle para llorar su muerte y rendirle homenaje? ¿La reacción popular ante la muerte de Chávez no nos debería hacer sospechar de que en la historia que nos han contado sobre él algo no cuadra? ¿Por qué especialmente los pobres, los más desfavorecidos, lloran su muerte y dicen que ellos son también Chávez? Si uno dispone sólo de la “información” proporcionada por la mayoría de los grandes medios de “comunicación” de masas de nuestro país, entonces le cuesta mucho comprender la reacción del pueblo venezolano ante la desaparición de su “caudillo”. 

Sin embargo, en cuanto uno tiene ocasión de informarse por otros lares, por fin, aquello que nos parece incomprensible a primera vista, se vuelve comprensible. Cuando uno sabe que Venezuela es ahora el país con menos desigualdades sociales de toda América Latina, que la educación es ahora gratuita desde la infancia hasta la universidad, que la sanidad es ahora accesible para todo el mundo, empieza a comprender. Cuando uno sabe que incluso el ex presidente de Estados Unidos, James Carter, reconoció que el sistema electoral venezolano es el mejor del mundo, empieza a comprender. Cuando uno sabe que la Venezuela de Chávez practicó la solidaridad internacional, que ayudó a muchos países de su entorno, que fomentó la unidad latinoamericana para liberarse del dominio del Norte, uno comprende mucho mejor por qué en muchos países de América, y más allá, se declararon varios días de luto por la muerte del presidente venezolano. Y es que sólo podemos acercarnos a la verdad si contrastamos suficientemente, si accedemos, por igual, a las posturas enfrentadas. Yo he tenido ocasión de hacerlo y gracias a dicho contraste (al realizado entre la prensa convencional y la alternativa, disponible en Internet), he podido acercarme más a la verdad que muchos de mis compatriotas, cambiar mi opinión acerca de la figura de Chávez. No porque yo tenga ninguna aptitud por encima de lo normal, simplemente porque he tenido la actitud de intentar contrastar más y mejor. Mi único mérito ha sido atreverme a informarme en otros medios, distintos a los habituales. Nada más, y nada menos. Lo que he hecho yo lo puede hacer cualquiera, otros muchos lo han hecho antes que yo, y mejor. Todos podemos acercarnos más a la verdad si nos abrimos de mente, si cuestionamos, si nos atrevemos a conocer otras versiones de los hechos. Una vez realizado este contraste, por fin, uno puede comprender mejor. Para mí las piezas del puzzle encajan mucho más que para muchos de mis contertulios que afirman alegremente sin poder argumentar. Para ellos el que los venezolanos lloren masivamente la muerte del “dictador” Chávez sólo puede explicarse porque no están en sus cabales. Pero entonces yo les pregunto a esos españoles que creen que los venezolanos (una gran parte de ellos) están comidos del coco, ¿cómo pueden estar seguros de que no son ellos los que lo están? ¿Cómo es posible que en un país con tantos medios de comunicación masivos criticando sistemática e implacablemente a Chávez, éste haya logrado lavar el cerebro de gran parte de sus conciudadanos?
Yo he intentado contribuir a desenmascarar la manipulación sistemática de la verdad que hacen los grandes medios de comunicación de mi país analizando ejemplos concretos (ver el artículo De la desinformación) desde la perspectiva de un simple ciudadano corriente que no vive en Venezuela. No es necesario ser ningún gurú ni disponer de información privilegiada. No es fácil acercarse a la verdad, sobre todo cuando hablamos de política, de nuestro sistema social, pues en la sociedad humana hay muchos intereses contrapuestos, las mentiras o las medias verdades campan a sus anchas. Pero no es imposible, no es tan difícil. La única manera de lograrlo es contrastando suficientemente, entre versiones opuestas, entre las ideas y las realizaciones prácticas. Hablan más los hechos que las palabras. La única manera es cuestionando, y siendo cuestionados, sin limitaciones. Empezando por lo dicho por mí en este mismo artículo. Pues yo puedo estar equivocado. Debemos razonar, debemos procesar la información que nos proporcionan (además de contrastarla), en vez de engullirla pasivamente. Nunca debemos prescindir del más elemental sentido común. Apliquemos el principio básico de la ciencia de que la explicación más probablemente verídica es la más sencilla.

Y es que, en mi modesta opinión, Chávez ha hecho mucho daño al capitalismo internacional. No sólo en vida, sino que incluso su misma muerte pone en evidencia toda la propaganda capitalista hecha contra él. Es más, tal vez, ojalá sea así, los próximos años signifiquen un afianzamiento de la revolución bolivariana. Siempre que se siga profundizando en el proceso revolucionario, siempre que se superen errores, contradicciones y carencias. Siendo el principal error, a mi modo de ver, el haber hecho la revolución bolivariana demasiado dependiente de una sola persona. Todo liderazgo excesivo es siempre muy peligroso. A pesar de esto, Chávez ha hecho daño (al capitalismo internacional) por muchos motivos. Ha demostrado que otra política es posible, que la democracia burguesa puede dejar (o empezar a dejar) de ser burguesa si se la desarrolla suficientemente, que puede pasarse de la oligocracia disfrazada de democracia a la democracia real, partiendo de la primera, pacíficamente, pero armadamente. Chávez ha vuelto a poner en la agenda de la humanidad el socialismo, la superación del capitalismo, ha demostrado que es posible transitar hacia él mediante métodos estrictamente y escrupulosamente democráticos (para el dirigente bolivariano “el socialismo es democracia sin fin”), retomando el antecedente de Allende en Chile, corrigiendo sus errores, al menos algunos de ellos. Lo cual no le exime de haber cometido también errores. Chávez ha demostrado que los más débiles pueden unirse contra el poderoso. Ha demostrado que los sentimientos religiosos no tienen por que oponerse al socialismo, al contrario, pueden ser usados para impulsarlo. Chávez ha demostrado que el ejército, lejos de ser un obstáculo para recorrer el largo camino de la revolución social, puede ser su garante, que es posible una transición pacífica, siempre que esté armada, siempre que se garantice la fidelidad del ejército al pueblo, a la democracia. El desaparecido líder bolivariano ha demostrado que el pueblo puede ser convencido sin reprimir a los contrincantes ideológicos, que el socialismo no debe ser impuesto, que la izquierda sólo puede prosperar y sobrevivir como izquierda, sin degenerar, si no se reprime a la derecha, si tan sólo se la obliga a respetar la democracia. Ya quisiera yo ver en mi país medios masivos que criticaran al capitalismo como en Venezuela los hay que critican al socialismo del siglo XXI. Chávez ha demostrado que el pueblo puede tomar las riendas de su propio destino. “Chávez somos todos”, “Chávez vive, la lucha sigue”, proclamaban las masas estos pasados días al paso del féretro de su líder. Ojalá esas palabras no se queden sólo en palabras. Lo veremos dentro de poco. Pero, no olvidemos que el pueblo venezolano salió a la calle en defensa de la democracia cuando ciertas minorías intentaron finiquitarla mediante un golpe de Estado en el año 2002. Chávez despertó a su pueblo, le concienció, le incitó a luchar, a defender sus conquistas. Y el tiempo dirá si también logró que no sean tan necesarios los liderazgos, los Chávez. Si el pueblo venezolano recoge la semilla plantada por él, de tal manera que dicha semilla brote para siempre y no dependa de unas pocas personas, entonces ése será el mayor logro alcanzado por dicho líder histórico: que la humanidad no dependa de personas como él, que cada ser humano asuma su parte de responsabilidad, aporte su grano de arena, para conseguir un mundo mejor. Hugo Chávez ha demostrado que sí se puede mejorar este mundo. Y lo ha demostrado con la práctica, practicando el poder, un poder puesto al servicio de la mayoría, del pueblo, con resultados concretos, que hasta sus más acérrimos enemigos tuvieron que reconocer. Más aun, mediante una metodología indudablemente democrática (pocos procesos como el vivido en Venezuela en los últimos años se han hecho con tanta participación popular). Con Chávez los medios han estado al servicio del fin supremo de la revolución social (una sociedad más justa y libre), realimentándose mutuamente. La democracia ha sido desarrollada y puesta al servicio del pueblo, como herramienta imprescindible para mejorar las condiciones de vida de la inmensa mayoría. Esa democracia que nunca debe detenerse, que siempre puede y debe ser perfeccionada, que todavía tiene mucho camino por delante. Pero que con el líder bolivariano, por fin, ha vuelto a caminar en dirección a la utopía. Con Chávez, en suma, la política ha vuelto a su razón de ser, servir a los ciudadanos, se ha invertido la tendencia de la historia, ésta ha vuelto a ir para adelante, en vez de para atrás.

El ejemplo de Chávez, a pesar de sus errores, carencias y contradicciones, ha sido muy peligroso para las élites mundiales. De nosotros, de los ciudadanos corrientes de este planeta, depende que su ejemplo sea sólo el principio, y no el fin. Sigamos su ejemplo en la práctica, en vez de caer en el fácil culto a la personalidad. Retomemos el ejemplo de los grandes personajes de la historia, pero sin caer en la idolatría, pues nadie es perfecto. Practiquemos la crítica y la autocrítica, sin las cuales es imposible mejorar, sin las cuales no puede hacerse la revolución social. Yo creo que ése es el gran legado de Chávez, su actitud. El día que todos, la mayoría, tengamos la actitud de esos pocos grandes personajes de la historia que han dejado huella en ella, entonces los liderazgos ya no serán necesarios, entonces verdaderamente la humanidad estará emancipada. Como decía el Che Guevara, la mejor pedagogía es el ejemplo. Y como afirmaba Lenin, para las masas, unos gramos de práctica valen más que una tonelada de teoría. Hugo Chávez proporcionó a la humanidad unos cuantos kilogramos de práctica. ¿Podemos imaginarnos cuántas toneladas de práctica tendríamos si cada uno de nosotros proporcionásemos tan sólo unos pocos gramos? ¿Cuántos Chávez podría resistir el actual sistema capitalista, si ya uno solo le puso en jaque, si ya uno solo le puso tan nervioso?
¡Hasta la victoria siempre!

El chavismo: una propuesta para el siglo XXI

 El principal interrogante sobre el proceso de transformación de Venezuela es si éste puede continuar sin Hugo Chávez. Dicho de otra forma: ¿existe un chavismo sin Chávez? Responder a esta cuestión es la tarea más urgente a la que se enfrenta la parte de la sociedad venezolana –mayoritaria, como se ratifica elección tras elección- que quiere seguir adelante con el proceso iniciado en 1998. La oposición venezolana, de fuerte inspiración neoliberal, se ha apresurado a anunciar un ‘fin de época’. Según el relato opositor, el chavismo sin Chávez es imposible. Sería como “una arepa (torta de maíz, base de la dieta venezolana) sin relleno”, en palabras de Henrique Capriles Radonski, contendiente de Hugo Chávez en las elecciones presidenciales del 7 de octubre y ahora nuevo aspirante de la derecha a la Presidencia el próximo 14 de abril. La Revolución Bolivariana empezaría y finalizaría con su hiperliderazgo.

La oposición habla abiertamente de iniciar una ‘transición’. Sugiere así que Venezuela no es una democracia y que habría que iniciar un proceso de recuperación de las libertades marcado por el consenso y la negociación una vez desaparecido el presidente. Capriles Radonski incluso ha comparado la situación de Venezuela con la del Chile de Pinochet. El inmenso dominio que la derecha venezolana tiene de los medios de comunicación –posee más del 85%- y la complicidad de la prensa internacional le permite extender esta peculiar tesis que no se aplica a otros sistemas democráticos cuando el jefe de Estado fallece o renuncia (no deja de ser paradójico y hasta cierto punto sonrojante escuchar a los periodistas venezolanos expresar libremente cada día su queja de que en el país no hay libertad de expresión).
Sin embargo, un somero análisis político, económico y social de la evolución de Venezuela en estos catorce años y de la situación actual dibuja un escenario radicalmente opuesto al que describe la oposición.
Democracia secuestrada
El derrocamiento de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez en 1958 dio paso a un sistema democrático formal que, en realidad, no era más que un decorado que encubría el reparto del poder y las riquezas del país, especialmente el petróleo, entre un grupo de familias. El Pacto de Punto Fijo de ese mismo año sancionó el dominio oligárquico, al comprometerse los partidos que sustentaban a esas familias a aislar y excluir del poder a cualquier opción de izquierda.
Empezó así una larga noche para el pueblo venezolano. La oligarquía se enriquecía hasta extremos obscenos a costa de unas masas populares que se hundían cada vez más en la miseria. La disidencia era reprimida duramente. De hecho, en Venezuela hubo desaparecidos mucho antes que en Argentina o Chile (se trata de una historia muy poco conocida que sólo ahora, bajo el Gobierno de Hugo Chávez, se ha empezado a desvelar; el número de desaparecido se acerca a los 3.000; los últimos casos tuvieron lugar en la década de los 90).
En los 80 el país se convirtió en otro banco de pruebas del neoliberalismo. El 27 de febrero de 1989 hubo un levantamiento popular contra las medidas económicas dictadas por el Fondo Monetario Internacional e impuestas por el gobierno de Carlos Andrés Pérez. El Ejército llevó a cabo una brutal represión que se saldó con más de 300 asesinatos, según cifras oficiales, aunque informaciones de agencias internacionales elevan el número hasta los 3.500 muertos.
El ‘Caracazo’, como se conoció al levantamiento y la posterior represión, supuso el punto de no retorno definitivo para un trasunto de democracia que era incapaz de ofrecer la más mínima satisfacción de derechos y necesidades a la mayoría de la población pero que, por el contrario, hacía que una élite continuara acaparando todos los beneficios. La década siguiente vio la progresiva degradación e implosión final del sistema. El certificado de defunción lo puso la victoria electoral en 1998 de un joven teniente coronel que seis años antes se había convertido en la esperanza de buena parte del pueblo venezolano al encabezar un golpe de estado contra aquel sistema corrupto.
Aquella Venezuela de 1998 que Hugo Chávez debía gobernar se asemejaba a un estado fallido. El 80% de sus veinte millones de habitantes vivía en la pobreza y el 58% en la pobreza extrema. El 70% de la población estaba subalimentada. Este porcentaje llegaba casi hasta el 100% en las zonas rurales. El 83% de los venezolanos carecía de servicios esenciales. Más de ocho millones de personas se hacinaban en asentamientos chabolistas o de infraviviendas. Había 3,5 millones de niños y niñas pobres. Las diferencias de renta eran escandalosas: el 75% de la población manejaba tan sólo el 36% de los ingresos, mientras que un 25% acaparaba el 64% restante…
Un país mejor

Venezuela es hoy un país mucho mejor que aquel que heredó Chávez. Bajo su gobierno se pusieron en práctica medidas de redistribución de la riqueza que han elevado sensiblemente la calidad de vida de la mayoría de la población. Los ingresos del petróleo se han orientado a la satisfacción de las necesidades de las clases populares. Las políticas económicas y sociales se han complementado con impulsos a las políticas educativas, culturales, de género, etc.
Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), Venezuela es el país donde la desigualdad más ha disminuido en los últimos diez años. Por su parte, el Programa para Asentamientos Humanos de Naciones Unidas señala que se trata, junto con Uruguay, del estado menos desigual de todo el subcontinente.
Todos los indicadores socioeconómicos han mejorado sustancialmente. En 1998, más del 80% de la población no podía hacer tres comidas al día; en la actualidad, el 96% de los habitantes realiza tres o más comidas diarias. La pobreza se ha reducido al 28% y la pobreza extrema al 7%, Se ha erradicado la mortalidad infantil y también el analfabetismo (en 2005, la Unesco declaró a Venezuela territorio libre de analfabetismo). El país ocupa el quinto lugar del mundo en cuanto a matrícula universitaria. El Producto Interior Bruto crece a un ritmo superior al 5%. El desempleo está en el 5,9%, su mínimo histórico…
A estos logros concretos hay que sumar otros de carácter simbólico pero no por ello menos importantes. Sin duda, el principal es el empoderamiento de las clases populares. El pueblo venezolano ya es consciente de que es el sujeto protagónico del proceso histórico actual y, como tal, reclama sus derechos legítimos. La política, por tanto, está obligada a ponerse al servicio de la sociedad, recuperando de esta forma su sentido primigenio. Ya no es una actividad exclusiva de las élites y orientada en su propio beneficio. Basta con darse una vuelta por los barrios populares de Caracas para comprobar que la política centra buena parte de las conversaciones.
Este proceso ha sido ampliamente ratificado en las urnas. Desde 1998 se han celebrado 17 elecciones y referendos, de los cuales el chavismo ha ganado 16, incluidos cuatro comicios presidenciales. El último tuvo lugar el 7 de octubre de 2012. Hugo Chávez ganó por más de diez puntos de diferencia, una distancia impresionante tras catorce años en el poder (Barack Obama venció por tan sólo dos puntos a Mitt Romney; Hollande aventajó en tres puntos a Sarkozy, la misma distancia que logró el chileno Sebastián Piñera en 2009; el pasado mes de julio, Enrique Peña Nieto alcanzó la Presidencia de México con seis puntos de diferencia sobre Manuel López Obrador).
El legado
La ausencia de Hugo Chávez se produce en un contexto muy diferente al de 1998. Venezuela tiene hoy un proyecto sólido que es apoyado por millones de personas y que concita mayor respaldo popular que la alternativa que propone la oposición, tal y como demuestran las elecciones. Es absurdo pensar que este movimiento, al que se ha convenido en llamar ‘chavismo’, se desmoronará con la desaparición de su líder e inspirador. Si se considera esta posibilidad de derrumbe inmediato es porque la derecha ha logrado instalarla en el debate público gracias a su enorme poder mediático. Paradójicamente, la izquierda europea asume esta posibilidad, ya que corrobora sus prejuicios históricos sobre los liderazgos y su mal disimulado poso colonial.
Sin embargo, los datos demuestran justamente lo contrario. El chavismo es hoy la principal identidad política de Venezuela y tal vez el fenómeno ideológico más importante de estos inicios del siglo XXI. Es evidente que surge en torno a Hugo Chávez, pero llegado un punto comienza a trascender su figura. Estamos asistiendo al momento en el que el ‘chavismo con Chávez’ se termina de transmutar en ‘chavismo sin Chávez’.
Las elecciones regionales del 16 de diciembre de 2012 fueron un buen test para comprobar esta hipótesis. Chávez, aquejado de fuertes dolores provocados por el cáncer, según revelaría más tarde, no participó en la campaña. Ninguno de los 23 candidatos a otras tantas gobernaciones pudo tener su respaldo en mítines y actos electorales, como había ocurrido en anteriores ocasiones. Los candidatos tuvieron que defender sus propuestas por sí mismos. Incluso, el presidente ya se encontraba en Cuba en la última semana de campaña, así como el mismo día de los comicios.
A pesar de la ausencia del ‘hiperlíder’, los candidatos chavistas ganaron en veinte estados, mientras que la oposición tan sólo venció en tres (anteriormente, la proporción era de quince a ocho). Este rotundo triunfo demuestra no sólo que el chavismo es la opción política mayoritaria entre el pueblo venezolano, sino que es la única que vertebra todo el territorio. Mientras que la presencia de la oposición en muchos estados es completamente testimonial –en varios no llega al 20% de los votos y en alguno, como Portuguesa, ni siquiera fue la segunda fuerza más votada-, el chavismo tiene una implantación sólida en todo el país, incluidos los tres estados en los que perdió, donde su porcentaje de voto superó el 40%.
Tras catorce años, el chavismo es ya una corriente consustancial al mapa político de Venezuela. Podrá ganar o perder elecciones, pero su centralidad –no sólo institucional, sino sobre todo social- es indiscutible. En pocos sistemas democráticos del mundo se da la circunstancia de que la principal opción política sea abiertamente anticapitalista. Esto garantiza al pueblo venezolano que conceptos como la igualdad, la justicia social o la redistribución de la riqueza estén en primera línea de la agenda política. Ningún partido puede aspirar al poder en Venezuela si no da una respuesta satisfactoria a estas cuestiones. De hecho, en las pasadas elecciones presidenciales la derecha no tuvo ningún reparo en disfrazarse de ‘izquierda’, consciente de que no podía mostrar su verdadera naturaleza. A diferencia del resto del mundo, en Venezuela el marco hegemónico discursivo no lo impone el neoliberalismo, sino la izquierda anticapitalista. Romper este enclave autoritario –el “gobierno de las palabras”, como señala Juan Carlos Monedero- ha sido otro gran logro del chavismo que no habría sido posible si éste no hubiera estado firmemente imbricado en el tejido social.

El socialismo del siglo XXI nacido en Latinoamérica apela a la flexibilidad y la ausencia de dogmatismos para diferenciarse de los experimentos socialistas fallidos de la Europa del siglo pasado. El chavismo sufrirá mutaciones, se reinventará, habrá disensos y acuerdos, avances y retrocesos, victorias y crisis. Vendrán nuevos liderazgos para otras generaciones que requerirán soluciones distintas para problemas diferentes que en el fondo son siempre los mismos. La senda se abrió hace catorce años. Ahora hay que seguir transitándola y hacerla cada vez más ancha para que quepan todos aquellos países que quieran –y puedan- incorporarse. Buena parte de Latinoamérica ya ha franqueado el umbral. La Europa del Sur puede ser la siguiente, si la tradicional miopía de su izquierda no le impide ver que existe una salida.
* Alejandro Fierro es Periodista y miembro de la Fundación CEPS

“Ni siquiera él mismo sospechaba cuán grande era”

Cada quien habla de las personas en función de sus creencias y necesidades, de lo deseable en un momento de la vida; especialmente en circunstancias de grandes crisis como las que vivimos. Hablar de Hugo Rafael Chávez Frías, una figura imprescindible de nuestro tiempo, es hablar de lo necesario para quienes soñamos en la liberación nacional y la emancipación humana. Tal vez cometamos una injusticia o muchos atropellos contra la verdad histórica y especialmente contra el Comandante Chávez, por las ideas que vamos a verter enseguida acerca de la imagen que nos hicimos sobre su persona y su pueblo y del sentido de su presencia en nuestras vidas. Por los errores en la caracterización pedimos disculpas anticipadas, por hacer nuestro el “Juramento de Saman de Güere de 1982” y asumirnos partidarios de Chávez, Bolívar, Martí, Hidalgo y Morelos, entre tantos otros, nos declaramos culpables. (1)

Chávez el estratega
¿Cómo apreciar a Hugo Chávez desde una perspectiva de conjunto, en función del elemento que articula su quehacer histórico como revolucionario, como continuador e innovador de Bolívar y de tantos otros personajes imprescindibles?
Creemos que Chávez fue ante todo un estratega y como tal un político; un guerrero en el sentido más pleno de la palabra; un intelectual orgánico de la lucha por la independencia indoamericana y el socialismo. (2)
En Chávez se cumplen las condiciones mencionadas por Gramsci al referirse a las cualidades del intelectual orgánico: especialista más político. La persona que sabe, siente y comprende, y, por tanto, milita en la causa del bloque social al que pertenece por libre elección. Como intelectual orgánico participa de las virtudes y de las limitaciones del pueblo-nación, sin perder su capacidad de representación del proceso en su conjunto y de operador práctico de lo que podríamos llamar la voluntad popular. No es representante por el poder delegado a su persona, a modo de una función burocrática de tipo administrativo, simple gestor de estado; sino encarnación del proceso de constitución del poder popular. En ese contexto operaba su papel de caudillo, su liderazgo carismático y su función de Presidente de la República. En ese sentido tenía absolutamente razón cuando decía: “Chávez ya no es Chávez”, “yo ya no soy yo, me siento encarnado en el pueblo”.
Chávez no era un académico, un funcionario del saber, ni un diletante, pero sí un letrado. Aspecto clave en la persona del comandante que no es reconocido por los burócratas del conocimiento y por los socialistas convertidos en funcionarios académicos, en devotos adoradores de la doctrina; por no hablar del odio racista de intelectuales derechistas y de académicos e instituciones burguesas.
A diferencia de lo planteado en un artículo periodístico por Guillermo Almeyra, para nosotros Chávez hizo mucho más que improvisadas mezclas ideológicas, producto de sus confusiones. (3) En el terreno de la teoría como en el campo de la acción política y gubernativa, el Comandante actuó de acuerdo a planteamientos ideológicos explícitos y a planes táctico-operativos que nunca dejaron de lado la maniobra estratégica y los fines asociados a ella. En el terreno de la teoría tampoco fue un improvisado, al calor de las necesidades y de sus progresos políticos ajustó y transformó su pensamiento de forma creativa, dando nuevos bríos al desarrollo del socialismo indoamericano. (4) Este socialismo fue su santo y seña definitiva, en esa dirección evolucionó porque no existe otra problemática teórica y ética que, en nuestras condiciones, pueda dar respuesta a las necesidades de nuestros pueblos en su lucha por la liberación nacional y humana.
Para Chávez, al igual que para Simón Rodríguez, si cuando las teorías que tenía a la mano no daban respuesta, entonces había que inventar, que innovar. Pero no a través de la ocurrencia, de la simple improvisación, sujetos al azar y a la flojera intelectual, carentes de rigor, de respeto y amor por el pueblo. Concordaba con Mariátegui, en que el socialismo indoamericano no puede ser calco y copia, sino creación heroica, síntesis de nuestras realidades y de las resistencias indígenas, afro descendientes e indo-mestizas, que juntan en un abanico a todos los colores de lo humano. El nuevo socialismo, el del Siglo XXI, sólo puede ser fruto del estudio perseverante, del trabajo, la dignidad y del amor revolucionario; de ver y ser el mundo desde nosotros, desde Nuestra América sin prejuicios. Con rigor crítico y respeto hacia la ciencia, la técnica, la cultura y el conocimiento universal, al modo en que lo concebía Alejo Carpentier, cuando hablaba de nuestras singularidades y potencialidades. Chávez fue ejemplo de ello: lector, polemista y maestro-comunicador incansable. Expresión viva del llamado de León Felipe a que las teorías o las doctrinas sean unidad de persona y pensamiento; de voluntad, pasión y acción; encarnación del mundo. (5)
Gabriel García Márquez, entre otros, nos recuerda que el Comandante “estudiaba ciencias políticas, historia y marxismo —que— se apasionó por el estudio de la vida y la obra de Bolívar”. (6) Aprendía más allá de lo requerido en sus cursos de formación superior en un ejército catalogado como uno de los más evolucionados de América Latina, a la vanguardia de la lucha contrainsurgente. En aquellos años el estudio de las ciencias militares se amalgamaba, como en muchos ejércitos del Continente, con las ciencias de administración del estado, la teología de la liberación, las teorías gramscianas, la guerra de guerrillas, a Mao, al Che y a Fidel; sin faltar las versiones vernáculas del liberalismo progresista, la socialdemocracia, variedades de la “tercera vía” y del tercer mundismo de estas latitudes. 

Concebir a Chávez como un práctico, como un innovador sin teoría, como un afortunado por desconocer los dogmas o teorías socialistas, es impreciso y se presta a rendirle culto al espontaneísmo y al anti intelectualismo de muchos intelectuales. Su sentido práctico de la acción política estaba muy alejado del pragmatismo. La revolución como constitutiva de su actuar cotidiano estuvo siempre presente, pero no como doctrina: “Creo que es mejor morir en la batalla que levantar un estandarte muy revolucionario y muy puro y no hacer nada… Esa postura siempre me ha parecido muy convenenciera, una buena excusa… Intentemos hacer la revolución, entrar en combate, avanzar un poco, aunque sólo sea un milímetro, en la dirección correcta, en vez de soñar en utopías.” (7)
A diferencia de la mayoría de socialistas tradicionales el Comandante Chávez fue más allá de la simple formulación de las bases generales del proyecto estratégico: caracterización de la formación social, enemigo principal, fuerzas revolucionarias y aliadas, formas de lucha y horizonte estratégico. En particular puso empeño en el plan estratégico, en todo lo relacionado con las operaciones tácticas y de gran calado en torno a un fin concreto: ganar el gobierno para convertirlo en palanca de transformación en pos de la liberación nacional de Venezuela, de América Latina y el Caribe. En la búsqueda del horizonte, del cumplimiento del fin inmediato y al calor de la lucha del pueblo venezolano fue reelaborando todo el edificio de sus definiciones “doctrinarias”. (8)
Sin desviar la mirada del horizonte marcado por el nuevo programa bolivariano, como estratega supo encontrar los puntos de aproximación al objetivo de la liberación nacional de Venezuela y de Nuestra América. A semejanza de los socialistas desprovistos de prejuicios, que confunden las doctrinas y los principios con la lucha política por el poder, convirtió el esfuerzo de ganar el gobierno para transformar el estado-nación, en la tarea concreta, inmediata. Así debe verse el golpe militar de febrero de 1992 que se realizó con el fin de restaurar-instaurar las bases mínimas de legalidad para la reconstrucción democrática de la nueva Venezuela. “La idea era instalar una asamblea constituyente y volver a los cuarteles”. En esta etapa que va hasta el golpe contra Chávez en abril de 2002; según sus propias palabras, aún veía la posibilidad de continuar el proceso de transformaciones democráticas a través de una concepción partidaria de la “tercera vía” teorizada por Anthony Giddens, por no mencionar a los socialdemócratas latinoamericanos; sin embargo, desde el “Juramento de Saman de Gúere” es evidente como lo indica Tarik Alí que “a diferencia de los socialdemócratas europeos, nunca creyó que algún beneficio para la humanidad pudiera venir de las corporaciones y los banqueros”.
El Chávez estratega maniobraba en la búsqueda de una opción teórica que le diera base a su opción de transformación pacífica, no violenta aunque no desarmada; en un país con un potencial petrolero excepcional. No podía repetir el error de Allende y de los socialistas chilenos, aunque estuvo a un paso. Sus críticos desde el socialismo oficial lo califican de padecer confusión ideológica, lo que en parte tiene un dejo de verdad, aunque sólo un dejo. En realidad el marxismo que se convirtió en doctrina no podía proporcionar una base teórica para la revolución en Venezuela y en ninguna parte de Nuestra América y tal vez del mundo. La confusión ideológica de Chávez residía en suponer que la teoría “marxista” era la postulada por los doctores y sacerdotes de la doctrina oficial en sus diversas variedades.
En la medida que la teoría marxista oficial se había convertido en una teoría de la imposibilidad de la revolución a nombre de la revolución, no podía más que ser cuestionada y hasta rechazada. Por eso las diatribas constantes de Chávez, más en privado que en público:
“No creo en los postulados dogmáticos de la revolución marxista. No acepto que vivamos en un periodo de revoluciones proletarias. Todo eso debe revisarse; la realidad nos lo dice día con día. ¿Aspiramos hoy en Venezuela a la abolición de la propiedad privada o a una sociedad sin clases? No lo creo”.
Eso lo dijo en una conversación con Tarik en 2003. Para diciembre de 2006, en el Teresa Carreño de Caracas fue más preciso:
“El Socialismo que estamos planteando no está reñido con la democracia- como algunos creen o pudieran creer. En otras épocas, las cosas se plantearon en forma diferente. Eran otras realidades y otras circunstancias. Sabemos que uno de los planteamientos de Carlos Marx es precisamente en de la Dictadura del proletariado, pero eso no es viable para Venezuela en esta época. ¡Ese no será nuestro camino! Nuestro Proyecto es esencialmente democrático. Hablamos de democracia popular, democracia participativa, democracia protagónica.”
En efecto el Carlos Marx y su marxismo, el de sus epígonos de nuestro tiempo, quienes hicieron religión de Marx, Lenin, Trotski, Mao y Guevara, de poco o nada podían servir ante un proceso que amalgamaba todas las formas de lucha o vías conocidas de la disputa por el poder, “pacíficas y violentas”.(9) Qué podía decir ese “marxismo” ante una revolución que ponía en entredicho las teorías fatalistas sobre la imposibilidad de la transformación y superación del estado desde una combinación articulada de poderes comunales y acciones gubernamentales y estatales. Lo cual implicaba la revisión de la teoría sobre el estado y los límites de la acción política para transformarlo y superarlo.
Además, a diferencia del grueso de los socialistas, el Comandante Chávez había optado de manera explícita por la “Vía de la Comuna” al socialismo, a la emancipación humana, en contraposición a la “Vía Estatista”, una forma del “comunismo grosero” que suele conjugar prácticas propias del socialismo de cuartel y la “vía” sindicalista al socialismo, tanto en sus versiones “marxistas leninistas” como en sus variantes socialdemócratas. (10) En tal perspectiva Chávez estaba más cerca del Marx de los “Manuscritos Económicos”, de la “Guerra Civil en Francia” y del Lenin que fervorosamente reivindicaba su opción a favor del “Estado Comuna” al modo de un “no estado”. (11) Es más, creo firmemente que Chávez era consciente de ello y por eso mantenía su distancia de los intérpretes del marxismo y de los dogmáticos.
En su calidad de estratega, de político, como corresponde a todo socialista coherente, el Comandante reposicionó los grandes debates de la transición al socialismo, en un nuevo marco histórico signado por la crisis capitalista, la catástrofe socioambiental, la decadencia de la hegemonía estadounidense y de su sistema regional de dominación oligárquica, en el que hace causa común con las oligarquías criollas.
Elaboró una nueva síntesis de la contradicción entre reforma y revolución, entre lucha militar y lucha pacífica. Entendió que el Poder Popular como vía de la revolución conjuga formas de lucha pacíficas y violentas, legales e ilegales y concreta, a la vez, en el día a día la “Vía Comunal”. En ese contexto, la democracia de las comunas es marcha al socialismo, creación de subjetividades, de base organizacional y material del proceso socialista, que se abre con la ruptura de las líneas de mando y dominación de la clases dominantes; ruptura derivada del levantamiento civil y militar que desde el “Caracazo” se convirtió en el principal componente del escenario político venezolano, latinoamericano y caribeño. De esta manera, en la circunstancia de nuestros países, liberación nacional, democracia, poder popular, acción gubernamental y socialismo constituyen un solo proceso, más allá de toda doctrina.
No se pueden negar los avances socialistas ni el carácter socialista del proceso bolivariano, porque no ha estatizado o colectivizado en grado suficiente la propiedad burguesa y social, porque no ha suprimido las libertades políticas a la burguesía. Cuando Marx y Lenin, por mencionar a dos referentes fundamentales, nunca se casaron con un modelo único de transición al socialismo, ni siquiera con la falsa disyuntiva entre revolución pacífica o violenta. Marx problematizó sobre el tránsito de la comuna campesina rusa al socialismo y no se detuvo a reparar en sí los populistas rusos eran o no proletarios, en sí la revolución debía iniciar en los países del capitalismo avanzado, para manifestar su entusiasmo por las acciones de los naródnikis, de los revolucionarios rusos de ese tiempo. Recurrentemente trató sobre las posibilidades del tránsito pacífico al socialismo en diversos países, Inglaterra y Estados Unidos en particular, y no dejó de hacer bromas sobre la posibilidad de jubilar a los burgueses pagándoles una renta para que se hicieran a un lado. El propio Lenin en la víspera de la Insurrección de Octubre, estuvo tentado a formular un pacto con la socialdemocracia reformista en la búsqueda de una transición pacífica. Quién puede negar su afirmación de que nunca estuvo en los cálculos de los bolcheviques la supresión de los derechos electorales de la burguesía y su eliminación física; si ello sucedió fue debido a la violencia desencadenada por la burguesía rusa, los restos de la autocracia zarista y el intervencionismo extranjero comandado por las potencias imperialistas. Quién puede negar la aseveración de Lenin sobre el rodeo a que se vio obligada la Revolución Rusa, incapaz de aplicar el plan o modelo previsto por los socialistas para iniciar la construcción del socialismo; quién ocultar los ajustes constantes al esquema de transición previsto por Lenin; el desarrollo de Nueva Política Económica, las dudas, las confusiones y ambigüedades, las marchas y contramarchas, las polémicas que llevaron a los enfrentamientos físicos entre socialistas. La revolución bolivariana marcha y transita al socialismo; no sabemos sí vencerá, pero sí sabemos que está viva y combatiendo en los más diversos campos.
Conviene recordar que en los esquemas originales de Marx y Engels, con toda y la Comuna de Paris de por medio, no veían como contrapuestos los progresos electorales y sociales alcanzados por los obreros alemanes, entre otros, con la perspectiva de la revolución. Porque más allá de las definiciones disponibles sobre el estado, entendían a este como arena de disputa, sin hacerse ilusiones sobre la posibilidad de que el estado burgués pudiera consumar la construcción del socialismo. Sobre este tema, el Comandante era contundente, había que trascender al estado capitalista a través del desarrollo del poder comunal. La visión que descarta el uso de los gobiernos de extracción popular en el marco del estado capitalista para dinamizar el avance de la revolución y de reformas, es más cercana al anarcosindicalismo que al marxismo. Y quienes suponen que el Comandante no era consciente de los límites del estado burgués y del liberalismo republicano, están ciegos. Los concejos comunales, las milicias, el Partido Socialista Unido de Venezuela, la Central Socialista de Trabajadores y la transformación del ejército, hablan en concreto de una revolución pacífica que, con todas las salvedades que se argumenten, no está desarmada. (12)
Por eso debemos destacar las problematizaciones sobre los límites de la acción política en la transformación del Estado y sus estructuras abiertas por la revolución Bolivariana. Chávez, con visión de estratega, trazó un conjunto de aproximaciones, de secuencias, de objetivos parciales en todos los campos de su actividad política, que se fueron complejizando a partir de su intento de desplazar del Gobierno a Carlos Andrés Pérez. Asume la derrota temporal y, ya en la calle, la lucha legal con todas sus consecuencias, para tal caso funda un movimiento-partido. Su plan estratégico se ajusta en torno a batallas discernibles, sin perder el rumbo. Combina horizonte estratégico con victorias y avances factibles, explorando y modificando la correlación de fuerzas. Siempre atento a la crisis imperial y a los reacomodos de las fuerzas que lo combaten en el plano internacional. Combina planos diversos, el frente económico, el político, el ético-cultural, todos son campos en disputa, terrenos de construcción, no hay fatalismo. Las creencias éticas y las posturas morales están engarzadas a la lucha política, por eso es un creyente verdadero, porque su ética es acción, disputa por la causa de los pobres y lucha incansable en pos del sueño de Bolívar. Objetivos parciales, secuencias, construcciones acumulativas, para hacer frente al día a día; pero preparando el terreno para el futuro, por ejemplo, para la economía socialista, la integración y unidad de Nuestra América, para eso su propuesta de reforma de la Constitución, las nacionalizaciones, los consejos comunales, Telesur, Petrocaribe, la iniciativa del ALBA, del Sucre, el Banco del Sur, la CELAC, además de su participación en la UNASUR.
En esas batallas, exhibe un “instinto estratégico” sobresaliente y una gran capacidad para “achicar” el objetivo principal, para acercarlo por medio de medidas inmediatas que modifican favorablemente el terreno de la disputa y acumulan fuerzas para las siguientes batallas. Todo lo dicho es observable en el proceso que inicia con su arribo al gobierno; por ejemplo su “Plan Bolívar 2000”, que muchos calificaron como una acción descontextualizada, en realidad era parte de un plan de emergencia para enfrentar de forma inmediata los estragos de la crisis social heredada por los últimos gobiernos. Articulado el “Plan” con la iniciativa de la Constituyente y con la politización masiva de las fuerzas armadas, se sentaron las bases para el desarrollo de las “Misiones”, del planteamiento y el desarrollo “evolutivo” de los poderes comunales. Proceso difícil que ha servido para enfrentar y revertir la pobreza y para alfabetizar, revolucionando las relaciones de poder, como proponía Paulo Freire. En medio de todas las contradicciones que se quiera, una propuesta de nuevo estado se abría paso y acumulaba puntos en una sociedad marcada por los vicios y defectos del capitalismo dependiente y rentista. 

A contracorriente de las fatalidades, Chávez logró precios históricos en la venta del petróleo, decimos logró, porque estos dependen de la acción estratégica de los equipos que comandan la competencia internacional y no sólo de los vaivenes del mercado. (13) Cuando reparamos en el proceso de gobierno, en sus planes inmediatos, en como maniobra frente a las herencias malditas del neocolonialismo bajo la forma de país petrolero rentista, entendemos que sus proyectos aparentemente asistenciales y anárquicos de los primeros días de su gobierno, en medio de la crisis económica, los presupuestos acotados, se conectaban con la discusión y aprobación de la nueva Constitución y con proyecciones de más largo sobre el poder comunal, la disputa por la renta petrolera. Chávez, el Comandante, como decimos en México, “no daba paso sin huarache”.
Además tenía la capacidad de aceptar sus derrotas y revisar autocríticamente las causas del fracaso. El “por ahora” tan famoso, después de malogrado el levantamiento militar de febrero de 1992, lo llevó a replantear su plan de lucha por el gobierno. Otro fracaso relevante fue el “no” a su propuesta de reformar la Constitución para acelerar el proceso de tránsito al socialismo. Transcurrieron algunas semanas para digerir el asunto y asumir los errores en la construcción del Partido Socialista Unido de Venezuela, de los Concejos Comunales, de los malos tratos a los aliados; de las limitaciones en el combate a la corrupción y a la ineficacia de los aparatos gubernamentales. Hugo Chávez retomó el ímpetu y las calles de Caracas y de toda Venezuela recobraron el bullicio del debate esquinero, alimentado por las iniciativas del Comandante y la rabia mediática de la burguesía “pitiyanqui”.
Todo lo dicho hasta aquí sobre Chávez, que es muy poco, no tiene la finalidad de certificar su coherencia, su compromiso con el socialismo histórico. No lo necesita y además no sirve de nada. En realidad sólo deseamos mantener abierta la discusión sobre la necesidad de un socialismo propio del tiempo histórico que vivimos, de la urgencia de revisar los grandes temas de la transición a la nueva sociedad: la liberación nacional, el estado, la democracia, la crisis socioambiental, el feminismo revolucionario, el consejismo y el poder popular, la superación de una economía basada en la ley del valor, entre muchos otros problemas. Y sobre todo, invitar a mantener la guardia en alto y aprender en la medida de nuestras posibilidades a ser estrategas, a dejar de ser socialistas de academia, de iglesia. Mientras tanto Chávez sigue con nosotros, porque es nosotros, porque es la representación encarnada de Nuestra América:
“Soy como el eterno retorno de Nietzsche, porque en realidad yo vengo de varias muertes... Que nadie se haga ilusiones, mientras Dios me dé vida estaré luchando por la justicia de los pobres, pero cuando yo me vaya físicamente me quedaré con ustedes por estas calles y bajo este cielo. Porque yo ya no soy yo, me siento encarnado en el pueblo. Ya Chávez se hizo pueblo y ahora somos millones. Chávez eres tú, mujer. Chávez eres tú, joven, Chávez eres tú, niño; eres tú, soldado; son ustedes, pescadores, agricultores, campesinos y comerciantes. Pase lo que me pase a mí, no podrán con Chávez, porque Chávez es ahora todo un pueblo invencible”.

Notas:
(1) “Juro por el Dios de mis padres, juro por mi patria, juro por mi honor que no daré tranquilidad a mi alma ni descanso a mi brazo hasta no ver rotas las cadenas que oprimen a mi pueblo por voluntad de los poderosos. Elección popular, tierras y hombres libres, horror a la oligarquía”.
(2) El modo de ser del nuevo intelectual ya no puede consistir en la elocuencia, motora exterior y momentánea de los afectos y de las pasiones, sino en su participación activa en la vida práctica, como constructor, organizador, "persuasivo permanentemente" no como simple orador y, sin embargo, superior al espíritu matemático abstracto; a partir de la técnica-trabajo llega a la técnica-ciencia y a la concepción humanista histórica, sin la cual se es "especialista" y no se llega a ser "dirigente" (especialista + político). Antonio Gramsci, “La formación de los intelectuales”. “El elemento popular "siente", pero no siempre comprende o sabe. El elemento intelectual "sabe" pero no comprende o, particularmente, "siente". El error del intelectual consiste en creer que se pueda saber sin comprender y, especialmente, sin sentir ni ser apasionado… es decir, que el intelectual pueda ser tal… si se halla separado del pueblo-nación, es decir, sin sentir las pasiones elementales del pueblo, comprendiéndolas y, por lo tanto, explicándolas y justificándolas por la situación histórica determinada; vinculándolas dialécticamente a las leyes de la historia, a una superior concepción del mundo, científica y coherentemente elaborada: el "saber". No se hace política-historia sin esta pasión, sin esta vinculación sentimental entre intelectuales y pueblo-nación. En ausencia de tal nexo, las relaciones entre el intelectual y el pueblo-nación son o se reducen a relaciones de orden puramente burocrático, formal; los intelectuales se convierten en una casta o un sacerdocio”. Antonio Gramsci, “Notas sobre Maquiavelo, la política y sobre el estado moderno”.
(3) Una expresión de soberbia entre muchas de las que pululan en la izquierda tradicional, es la de Guillermo Almeyra: “En realidad, tanto el redescubrimiento parcial de Trotsky como la presión de Chávez en favor de la auto-organización popular y su rechazo a la burocracia vinieron de abajo, como también la idea de formar una quinta Internacional, que pronto degeneró en un intento sin principios de juntar a los enemigos de Washington (Teherán, antes Gaddafi, Bashar al-Assad y otros por el estilo), y fue rápidamente enterrada por la derecha del aparato chavista… Lo que Chávez no pudo hacer, debido a su propia confusión ideológica (pues mezcló las ideas y prácticas de la ex Unión Soviética en su versión cubana, con un cristianismo social e ideas trotskistas sobre la auto-organización y autogestión), es abrir una discusión democrática sobre cuál debe ser el contenido esencial de un socialismo que no repita la experiencia deletérea del socialismo real y cuáles deben ser la estrategia y el instrumento político que, en un Estado capitalista dependiente, permitan comenzar a cambiar la subjetividad de los trabajadores y sentar las bases para el socialismo, entendido como participación política plena, solidaridad, control de la economía por los trabajadores mismos y construcción de cultura y ciudadanía en la vida cotidiana”. La Jornada, 7-03-2013. Si los problemas del mundo se pudieran afrontar y resolver leyendo, comprendiendo y aplicando el pensamiento de Trotsky, hace mucho que todas nuestras penurias, al menos las más importantes estarían resueltas.
(4) Creemos que el socialismo indoamericano hunde sus raíces en las identidades surgidas de las historias de las formaciones sociales de tipo indígena, en las resistencias de los pueblos originarios, en las luchas de los trabajadores y las poblaciones urbanas contra la explotación y la discriminación propias de la dominación colonial y del capitalismo dependiente. Proyectos indígenas de nación y aun de humanidad son convergentes con el socialismo de matriz europea, asiática y africana, con el comunismo cristiano y algunos planteamientos libertarios. En México, una de las grandes tragedias populares resultó de la bifurcación entre proyectos indígenas y obreros, entre proyectos comunitarios y socialismo. La única posibilidad de superar el extravío es perfilando una propuesta de socialismo indoamericano. Los caminos abiertos por los pueblos indígenas, por los trabajadores y trabajadoras en los últimos 500 años; por Bolívar, Martí y tantos otros; que han sido recogidos por Mariátegui, Julio Antonio Mella, Fidel Castro, el Che, Chávez y sus pueblos, por citar algunos ejemplos, han abierto una posibilidad revolucionaria propia y no por ello menos universal. “Descubrir una verdad por sí mismo, sin sugerencias ni ayudas externas, es ya creación, aunque se trate de una verdad vieja: demuestra que se está en posesión del método; indica que uno se encuentra en la fase de madurez intelectual en que pueden descubrirse nuevas verdades”. La organización de la escuela y de la cultura: la escuela unitaria, Antonio Gramsci, (1932).
(5) “Había un hombre que tenía una doctrina./Una doctrina que llevaba en el pecho,/(junto al pecho, no dentro del pecho),/una doctrina escrita que guardaba en el bolsillo interno del chaleco./Y la doctrina creció./Y tuvo que meterla en un arca, en un arca como la del Viejo Testamento./Y el arca creció./Y tuvo que llevarla a una casa muy grande./Entonces nació el templo./Y el templo creció./Y se comió al arca, al hombre y a la doctrina escrita que guardaba en el bolsillo interno del chaleco./Luego vino otro hombre que dijo:/El que tenga una doctrina que se la coma, antes de que se la coma el templo;/que la vierta, que la disuelva en su sangre,/que la haga carne de su cuerpo... y que su cuerpo sea bolsillo, arca y templo”. León Felipe.
(6) “El enigma de los dos Chávez”, Gabriel García Márquez, La Jornada, 8-03-2013. Este artículo fue publicado originalmente en la revista Cambio, de Colombia, en febrero de 1999.
(7) “Hugo Chávez y yo”, Tarik Alí, La Jornada, 10-03-2013.
(8) De acuerdo con la idea que el comandante Chávez tiene de su vida, el acontecimiento culminante fue El Caracazo, la sublevación popular que devastó a Caracas. Solía repetir: Napoleón dijo que una batalla se decide en un segundo de inspiración del estratega. A partir de ese pensamiento, Chávez desarrolló tres conceptos: uno, la hora histórica. El otro, el minuto estratégico. Y por fin, el segundo táctico. Estábamos inquietos porque no queríamos irnos del ejército, decía Chávez. Habíamos formado un movimiento, pero no teníamos claro para qué. Sin embargo, el drama tremendo fue que lo que iba a ocurrir ocurrió y no estaban preparados. “Es decir –concluyó Chávez– que nos sorprendió el minuto estratégico”. Gabriel García Márquez, op.cit.
(9) Epígono deriva de la palabra griega πίγονος que significa "nacido después". Suele referirse a la persona que sigue el estilo de una generación anterior. Wikipedia .
(10) “La primera superación positiva de la propiedad privada, el comunismo grosero, no es por tanto más que una forma de mostrarse la vileza de la propiedad privada que se quiere instaurar como comunidad positiva. 2º) El comunismo a) Aún de naturaleza política, democrática; b) Con su superación del Estado, pero al mismo tiempo aún con esencia incompleta y afectada por la propiedad privada, es decir, por la enajenación del hombre. En ambas formas el comunismo se conoce ya como reintegración o vuelta a sí del hombre, como superación del extrañamiento de si del hombre, pero como no ha captado todavía la esencia positiva de la propiedad privada, y menos aún ha comprendido la naturaleza humana de la necesidad, está aún prisionero e infectado por ella. Ha comprendido su concepto, pero aún no su esencia”. Carlos Marx, “Manuscritos económico filosóficos de 1844”.
(11) “… nosotros —Marx y Engels— propondríamos emplear siempre, en vez de la palabra Estado, la palabra “comunidad” (Gemeinwesen). Una buena y antigua palabra alemana que equivale a la palabra francesa “Commune”. “La Comuna no era ya un Estado en el verdadero sentido de la palabra” (y ¿qué era, pues? Por lo visto, ¡una forma de transición del Estado al no Estado!). Extracto y comentarios de Lenin a la Carta de Engels a Bebel.
(12) La conferencia de Álvaro García Linera del 26 de marzo de 2013 en Caracas, en el marco del Encuentro de la Red de Intelectuales, Artistas y Dirigentes Sociales en Defensa de la Humanidad, trató sobre estos temas. Planteó la tesis sobre la necesidad de conceptualizar el Estado como un flujo, pautado o influido por los cambios en las correlaciones de fuerzas y no como un dato mayormente “estático”, una trinchera a tomar, como lo hacía y hace el viejo socialismo. En un caso, el primero, se puede hablar de posibilidades de uso y transformación del estado a través del gobierno. Álvaro García Linera no explico los límites de ese proceso impuestos por la naturaleza del Estado. Mientras, en la concepción del Estado como trinchera se excluye toda posibilidad de uso transformador del estado o del gobierno burgués. En realidad creo que la visión del Estado como proceso y campo de disputa no es propiamente nueva, lo que debemos explicar es por qué se abrieron posibilidades de transformación revolucionaria en Bolivia, Ecuador y Venezuela entre otros, donde la toma del gobierno juega como una palanca a favor de las fuerzas populares. Ya que si el estado hoy es “flujo”, antes también lo era. Tal vez hay que buscar en las fracturas abiertas por la crisis del sistema de dominación oligárquica regional, provocada por rebeliones ciudadano-populares, la crisis capitalista y el debilitamiento acelerado de la hegemonía estadounidense.
(13) “Los precios del petróleo, precios que nadie le regaló a este país sino que lo supo conquistar, han acrecentado la masa de recursos disponibles. Cuando Chávez accedió a la Presidencia el precio de 7 dólares el barril, hoy se paga casi diez veces más”. Hugo Cores, Venezuela bolivariana y la integración de América Latina, 19-06-2013.