Según la prensa comercial mundial, Venezuela vive hoy un caos sin
precedentes. De acuerdo a esa matriz de opinión, globalmente
generalizada, el país se encuentra colapsado, y la única salida posible
es la retirada del gobierno del actual presidente, Nicolás Maduro, para
lo que se impulsa un referéndum revocatorio.
No hay
dudas que la situación diaria del ciudadano venezolano de a pie está
complicada: se asiste a un proceso de desabastecimiento profundo, con
precios que se han disparado por las nubes, y un gobierno que, más allá
de la declaración de socialista, no está dando todas las respuestas que
la población requiere. Desde sectores de izquierda,
que no se desentienden del proceso bolivariano abierto por Hugo Chávez
pero que lo acompañan críticamente, se proponen alternativas. Lo que
propone la derecha por supuesto que no es solución para las grandes
mayorías populares: es solo el fervoroso deseo de terminar de una vez
por todas con un proceso político donde perdió protagonismo y, al menos
para Washington, puede peligrar a futuro el manejo de los pozos
petroleros (peligrar, por supuesto, para su geoestrategia de
dominación). Evidentemente, la revolución pasa por un momento difícil.
En concreto: no hay avances hacia el socialismo (se mantiene la economía
de mercado, y quien dirige las palancas de la sociedad venezolana sigue
siendo el gran capital). Según esa prensa pro capitalista, la
experiencia de este “socialismo del siglo XXI” es un desastre fenomenal,
con lo que ratifica que todo socialismo es sólo pobreza y penurias para
la población. Detrás de ello, claro está, se encuentra la voracidad del
imperio estadounidense, que no desea perder las reservas de petróleo
más grandes del mundo, las que considera como parte de su “patio
trasero”. De ahí que la imagen generalizada que se ofrece de Venezuela
es de una dictadura intolerante, caótica, ineficiente y corrupta, que
hambrea y reprime a su gente. La derecha nacional, nucleada
políticamente en la opositora MUD -Mesa de la Unidad Democrática- hace
el coro a esa iniciativa impulsada por Estados Unidos. En definitiva:
terminar con el experimento chavista y volver a los tiempos donde el
petróleo era manejado por una tecnocracia favorable a los planes del
imperio, con Miss Universos a la orden del día y la imagen de una
sociedad “democrática y feliz” (cosa que, por supuesto, nunca existió).
De
todos modos, para intentar mostrar una cara distinta a la que ofrece la
industria mediática global (de derecha, por supuesto), nos parece
oportuno dar la voz a otra visión. De ahí que aquí presentamos una
entrevista realizada a Ramón Martínez, fundador y director del portal
digital COLAREBO -Comunidad
Latinoamericana Revolucionaria Bolivariana- y analista político, quien
puede ofrecer una mirada más objetiva sobre la actual realidad
venezolana.
Está claro que lo que
vive el país caribeño no es, en términos estrictos, un proceso
socialista. El mismo entrevistado lo afirma: «ninguno de estos son
gobiernos socialistas en sentido estricto; no son marxistas en sentido
clásico, pero sí impulsan mejoras para las grandes mayorías populares.
No son gobiernos que llegaron a través de una revolución socialista,
pero sí están en contra de las políticas imperiales. Esto le duele a la
derecha». Sin embargo, por una cuestión de soberanía mínima, de dignidad
y respeto a la autodeterminación y soberanía de los pueblos, nadie
tiene derecho a entrometerse en estos asuntos internos que solo los
venezolanos deben decidir.
______________
Pregunta:
¿Cómo es ese caos que tanto publicita la prensa comercial por todas
partes? ¿Es invivible el país? ¿Qué está sucediendo en realidad?
Respuesta:
Se dicen muchas cosas de Venezuela: que es un caos, que aquí nada
funciona, que se vive bajo una dictadura. Todo eso es parte de una
guerra que se lleva en contra del proceso bolivariano, que ya lleva 17
años intentando construir una nueva sociedad. No se puede dejar de tener
en cuenta que esos cambios se vienen realizando dentro del marco de un
sistema democrático, donde la gran mayoría de la población eligió ese
camino a través de un voto. Es decir: la población quiere esto, por eso
lo eligió democráticamente. El proceso bolivariano se sostiene
genuinamente del voto popular. Desde que ganara el presidente Hugo
Chávez en 1998, continuamente se han venido haciendo elecciones
abiertas, limpias y transparentes, y es el pueblo el que ha venido
eligiendo esto que tenemos. Aquí no hay ninguna imposición. El gobierno
que se abrió desde entonces ha traído una serie de mejoras a la
población; eso es incuestionable. Por eso es imposible hablar de caos.
El caos, en realidad, lo constituían los gobiernos anteriores, lo que se
llamó la IV República. Con la llegada del comandante Chávez comenzó un
proceso de rescate de la soberanía nacional para beneficio del pueblo
venezolano. Por eso su gobierno recibió todo tipo de ataques: intento de
golpe de Estado, sabotaje petrolero, continuo acoso por todos los
medios. No hay que olvidarse que Venezuela está en la mira de la
voracidad capitalista externa, pues es la principal reserva petrolífera
del mundo, disponiendo también de grandes reservas de gas y de coltán,
el llamado oro azul, además de otros minerales estratégicos. Pero además
de eso, Venezuela ha contribuido durante estos últimos años a crear una
nueva visión de Latinoamérica ante el mundo y ante el imperio
estadounidense, poniendo en marcha procesos como el ALBA, la UNASUR y la
CELAT. Todo esto dejando de lado a Estados Unidos, mandando un mensaje
de independencia, de no injerencia. Ello, entonces, le ha valido la
declaratoria de guerra por parte del imperialismo norteamericano. De ahí
viene todo este ataque mediático de desprestigio y confrontación, que
en realidad hace ya años existe, pero que ahora ha arreciado. Así vemos
el actual eje Washington-Madrid-Bogotá actuando a toda máquina para
derrocar al proceso bolivariano. La derecha internacional esperaba que
con la muerte de Hugo Chávez y la llegada de Nicolás Maduro a la
presidencia se cayera todo lo construido en estos años y se diera marcha
atrás con los avances de la revolución. Pero no fue así. Maduro ganó
democráticamente la presidencia. El proceso bolivariano siguió adelante,
aunque con grandes dificultades, por el acoso continuo al que se vio
sometido, por las presiones y los ataques repetidos en todos los
ámbitos.
Pregunta: Hablemos un poco de esas dificultades. ¿Cómo está la situación en el día a día para el venezolano de a pie?
Respuesta:
Producto de toda esa presión no hay dudas que se ha creado una
situación donde existen problemas, muchos problemas. Es cierto que hay
una situación económica difícil, muy complicada para la población. La
baja de los precios del petróleo a nivel internacional representó un
golpe duro para la economía nacional. Lamentablemente seguimos siendo un
país rentista, sin producción propia, y dependemos de las importaciones
en casi todo, aún en los alimentos. El precio del barril de petróleo
cayó a 20 dólares como producto de la manipulación de las bolsas de
valores que intentan bombardear a Venezuela [así como a Rusia y a Irán,
todos grandes productores petroleros], habiendo llegado a estar cerca de
200 dólares en otro momento, y eso desarticuló en muy buena medida la
economía.
Asistimos también a un desabastecimiento programado.
Hoy existe una economía paralela en el país, siendo determinados grupos
los que manejan los productos de primera necesidad. Los “bachaqueros”,
como se les llama, son los que controlan eso: la harina-pan, el arroz,
la pasta. Ellos son los que crean el desabastecimiento y elevan los
precios por las nubes. Para darse una idea: un kilo de harina-pan, con
lo que se hace la arepa, la comida nacional por excelencia, según el
precio regulado por el gobierno está a 200 bolívares, y los bachaqueros
la venden a 2.500 bolívares. O un litro de leche, que según el precio
regulado anda por los 300 bolívares, los especuladores la venden hasta
en 4.000 bolívares. Todo eso genera mucho malestar e inestabilidad en la
población. Se producen largas colas para adquirir los productos de
primera necesidad subsidiados por el Estado. Y ahí existe un problema
muy importante que hay que destacar: en esas colas trabajan las mafias
de los bachaqueros, azuzando a la población sobredimensionando el
malestar, atacando al gobierno, descalificándolo. Ante ello el gobierno
bolivariano ha reaccionado creando lo que se llaman CLAP: Comités
Locales de Abastecimiento y Producción. Con estos mecanismos se intenta
remediar la situación, distribuyendo los productos básicos que las
mafias hacen desaparecer de los estantes. Los conforman los Consejos
Comunales, el Frente Francisco de Miranda, la Unión Nacional de Mujeres y
distintas organizaciones locales que están con la revolución. Con esto
se mitiga la acción de desabastecimiento que la derecha está realizando,
llegando así a vastos sectores populares. Hay problemas con la carne
vacuna y de pollo, porque las grandes empresas privadas que importan
esos productos participan también del desabastecimiento. De hecho, esas
empresas son los principales bachaqueros que atacan al gobierno,
especulando con los precios, vendiendo a lo que se les dé la gana, o
simplemente sacando los productos del mercado produciendo un caos, pues
si faltan los alimentos básicos, la población se desespera.
Una
de las principales redes de especulación la maneja el Sr. Lorenzo
Mendoza, el mayor empresario de Venezuela, dueño de las compañías Polar,
que produce cerveza, y dedicado igualmente a la importación de diversos
productos. El gran problema es que hay poca producción nacional, y la
mayor parte se compra afuera, por lo que el Estado queda a merced de
estas empresas privadas, las que especulan a sus anchas. Eso demuestra
un problema estructural básico del país: se sigue viviendo de la renta
petrolera dejándose de lado la producción propia. Por eso, en este
momento el gobierno está impulsando los huertos urbanos, como una forma
de ir introduciendo una nueva cultura, para salir del rentismo petrolero
y no depender de las importaciones. De ahí que una muy buena parte de
la población urbana ha comenzado a producir hortalizas y verduras en
pequeños huertos hogareños: lechuga, tomate, cebollín, pimentón. Esos
son principios paliativos para enfrentar la crisis actual.
Pregunta:
La prensa comercial, los grandes medios de comunicación que moldean la
opinión pública, hablan de represión del gobierno contra la población
que busca desesperada sus alimentos básicos. ¿Cómo está eso?
Respuesta:
A la derecha lo que menos le importa es la gente, el ciudadano común de
carne y hueso, el pobrerío. Lo único que quiere es sacarse de encima al
gobierno bolivariano; por eso implementa toda esta política de agresión
contra la revolución, el desabastecimiento, la polarización, la
denuncia de desgobierno y caos con que inundan todo el espacio
mediático. En definitiva, si alguien sufre con todo eso, es la misma
población a la que la derecha dice defender y por quien supuestamente
está preocupada. Lo que la derecha impulsa es la salida del presidente
Maduro a través de un referéndum; para eso le sirve este caos económico
que está produciendo. El desabastecimiento y la inflación traen
malestar, sin dudas. Y efectivamente ha habido protestas de la gente,
porque el desabastecimiento y las largas colas molestan, eso es claro.
Pero lo que circula por los medios masivos de comunicación es falso: es
una exageración, una manipulación interesada. Mucho de ese malestar se
debe a provocadores que incitan a la población, cuando llegan a las
colas y gritan contra el gobierno, protestan contra el hambre como
supuesto producto de la ineficiencia de Maduro y de esta “dictadura
castro-comunista que nos tiene sojuzgados”. Por supuesto que todos esos
manejos intentan llevar a la desesperación; y en cierta forma lo logran.
Luego llega la prensa y habla del caos. Ha habido muertos, es cierto,
pero eso es producto de esos enfrentamientos un poco artificiales que
los provocadores incentivan. No es cierto que haya una abierta represión
contra la población. Estamos absolutamente lejos de un Estado represor
que dispara contra su población.
Pregunta: ¿Cuáles son las consecuencias políticas de todo este malestar para el gobierno bolivariano y para el país en su conjunto?
Respuesta:
La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela tiene entre
sus artículos un mecanismo que se llama referéndum constitucional. Eso
autoriza a que los ciudadanos pueden solicitar el referéndum para
cualquier mandatario en cualquier momento, desde un concejal hasta el
presidente de la república, siguiendo ciertas normas establecidas. Por
ejemplo, se puede solicitar ese referéndum revocatorio a partir de una
determinada cantidad de firmas de la población y a partir de la mitad
del período de gobierno ya cumplido para el funcionario en cuestión.
Todo esto lo organiza el Consejo Nacional Electoral, que es la autoridad
en materia electoral en el país. Se necesita un 1% de firmas de
ciudadanos del padrón electoral para poder pedir un referéndum
revocatorio. Ahora la derecha está exigiendo la salida del presidente
Maduro a través de un referéndum, para lo que presentó una cantidad de
firmas, agitando las aguas con eso a través de los medios de
comunicación. Sin embargo esos listados de firmas deben pasar por un
proceso de depuración que hace el Consejo Nacional Electoral, para
verificar que sean todas legítimas, viendo si coinciden las firmas y las
huellas dactilares. ¿Y qué sucedió? Que se detectó una larga serie de
irregularidades en esos listados: alrededor de 11.000 muertos aparecen
firmando para pedir el referéndum. Otros 3.000 ciudadanos que están
detenidos, y por tanto pierden sus derechos electorales, aparecen
firmando también. Además, el Consejo Nacional Electoral detectó
inconsistencia en 600.000 firmas de las 1.900.000 firmas presentadas,
por lo que oficialmente reconoce un millón 300.000 firmas válidas. Esto
demuestra que la derecha política está dispuesta a hacer cualquier cosa,
incluso cometiendo ilegalidades, para detener el proceso bolivariano.
Aunque ya en este momento los tiempos no le dan para plantear el
referéndum, porque hay tiempos fijados por ley, y la derecha los
incumplió, se presenta el caso como una negativa del gobierno a aceptar
esa supuesta voluntad popular que está pidiendo la salida del
presidente. Con ese argumento, tanto dentro de Venezuela como por todo
el mundo, levantan el grito de dictadura, acusando al gobierno de no
querer transparentarse democráticamente. De todos modos, la gran mayoría
del pueblo venezolano ve y se da cuenta cómo es la situación, y
reconoce el manejo sucio que está haciendo la oposición, tanto con la
guerra económica debida al desabastecimiento como con la forma en que
está manejando el tema del referéndum revocatorio.
Pregunta: ¿Por qué la derecha actúa así, si en términos económicos no está afectada?
Respuesta:
Podemos ver que hay una intención de la derecha internacional de
detener cualquier proceso de democratización popular, de avance hacia
planteos sociales que le den protagonismo a los trabajadores, por lo que
se hace cualquier cosa para detener esos cambios, tal como vemos que se
está realizando en Venezuela, en Brasil, en Bolivia, en Argentina. La
idea es sacar de en medio cualquier proceso que se plantee soberanía
nacional. Sabemos que ninguno de estos son gobiernos socialistas en
sentido estricto; no son marxistas en sentido clásico, pero sí impulsan
mejoras para las grandes mayorías populares. No son gobiernos que
llegaron a través de una revolución socialista, pero sí están en contra
de las políticas imperiales. Esto le duele a la derecha, y aquí en
Venezuela, aunque las grandes empresas mantienen sus negocios, han
salido de la dirección política del país. Eso es algo que no perdonan, y
por eso mismo el imperio también reacciona. En definitiva esto permite
ver que la derecha económica desea manejar todo, también la esfera
política. Lo que no perdonan es la intención de soberanía.
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