Eduardo Marapacuto
Mañana 5 de julio se cumplen seis meses cuando el payaso de la asamblea
anunció que ese era el plazo que ellos tenían estipulado para sacar a
Nicolás Maduro del poder y con ello desmontar no sólo el gobierno, sino
también el Estado y todo el sistema político que se ha ido construyendo
en estos diecisiete años de revolución. Como si tratara de una función
de circo, el payaso lanzó la frase y la misma rodó por las sogas de
las ilusiones perversas de guarimberos, descuartizadores, eunucos
mentales y asesinos que hacen vida en los partidos de la derecha
opositora, que sueña con volver a gobernar este país.
A pesar de la frase temeraria y aventurera, esa cofradía que
confluye en la MUD, se distrajo y empezó a tejer el manto de la maldad,
del golpe de Estado, la insurrección popular, la aplicación de la
llamada Carta Democrática y la intervención de tropas extranjeras para
que vengan a asesinar a nuestro pueblo. A medida que pasan los días su
odio se ha ido incrementado porque ni hubo golpe de Estado, ni
insurrección popular, ni Carta Democrática. Aunque está el peligro de la
intervención de ejércitos extranjeros, Venezuela sigue avanzando en la
consolidación de su propio destino y el gobierno revolucionario de
Nicolás Maduro haciendo grandes esfuerzos para resistir y vencer a todos
los ataques que vienen de la derecha fascista.
Sabiendo de la imposibilidad de derrotar a la revolución por la
vía electoral, los grupos opositores han aplicado varios métodos
enmarcados en la violencia. Ninguno les ha funcionado y en todos los
escenarios han salido derrotados. De allí que apelaron a un arma letal,
como es el de los alimentos y las medicinas para la gente. Eso produjo
un efecto de desasosiego en nuestra sociedad. Fue a través de esa
práctica perversa como lo oposición logró capitalizar ese descontento y
alzarse con la mayoría de la Asamblea Nacional. Pero el tiempo va
pasando y la oposición no encuentra respuesta para sus acólitos que ya
le empiezan a ver la costura a esa derecha que cada día los maltrata
implacablemente.
Toda esa situación de guerra económica, bachaqueo,
acaparamiento y la feroz especulación, no solo está afectando a los
chavistas sino a toda la población en general. Mientras la oposición se
desgasta en su propia miseria humana y política, el gobierno de Nicolás
Maduro hace grandes esfuerzos para llevarle el alimento a todo el
pueblo. A pesar de todo el sabotaje, ni el gobierno se ha desmoronado,
ni hay ingobernabilidad como han pretendido hacerlo ver la oposición.
Aquí lo que hay es un pueblo resistiendo con consciencia esa locura del
alma irracional de la derecha.
Ahora bien, pasaron los seis meses y nada que cayó. Maduro,
además de criollito, está vivito y coleando, como dice el refrán
popular. Y no va a caer, ni tampoco va a caer la revolución, porque
precisamente, desde el punto de vista político e ideológico, estamos
blindados, construyendo y defendiendo un modelo económico que garantiza
la esperanza de vida para el planeta y la humanidad. El socialismo es
superior al capitalismo en todos sus propósitos.
Pasaron los seis meses y el payaso ya no sonríe, se la pasa
con una cara de amargura y ya se le está acabando su cuarto de hora.
Dentro de dos días será un triste payaso que no hará reír ni siquiera a
sus multitudes imaginarias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario