Por Luis E. Sabini Fernández | 23/10/2023 | Palestina y Oriente Próximo
Un cuerpo infantil con las piernas destrozadas tras una explosión, y el horror en la mirada; un
cuerpo infantil alcanzado por la balacera en el patio de un kibutz,
cuando sus adultos procuraban alcanzar las habitaciones “seguras”.
Adultos ven impotentes cómo toda su
vivienda se desmorona con el bombardeo que aviones israelíes llevan una
vez más sobre las zonas habitadas de la Franja de Gaza; adultos
llevados con apuro y a los empujones hacia autos que arrancan veloces
desde el sur israelí hacia la Franja de Gaza, repentinamente franqueada.
La prensa adocenada, procurando siempre posar de democrática,
equidistante, se desgarra las vestiduras acusando a los de Hamás de
terroristas. Han matado a decenas, centenares de israelíes, declaran…
ahora en octubre 2023. Es cierto. Pero la historia no comenzó el 7 de
octubre de 2023; a lo largo de los años, con altibajos, Israel ha sido,
es el terrorista –estado terrorista– que ha ido acabando con la vida de
miles de palestinos. ¡Y de qué manera!
En 2006, 2008, 2009, en 2014, diríamos una vez cada
tanto, dosifica Israel una lluvia de dolor y muerte sobre la Franja de Gaza,
convertida en siniestro juguete militar del sionismo.[1]
Ahora, como respuesta, en 2023, los
militares israelíes mediante su aviación y su artillería, sin poner el cuerpo,
han derribado balcones, paredes, edificios enteros, de vivienda, sanitarios,
educacionales… con sus habitantes adentro [porque “otorgar” un preaviso de una
hora o de pocos minutos, no preserva vidas: ya se consignan, luego del 7 de
octubre, centenares de cuerpos, palestinos, bajo los escombros.[2]
El resultado de tales incursiones militares israelíes en
espacios civiles, ha “cosechado” en estos últimos años miles de víctimas,
mujeres, niños, viejos, hombres, bebes.
La resistencia palestina ha procurado enfrentarlos.
Tengo a mano las cifras luctuosas del ataque de diciembre 2008: 1400 muertos
palestinos; 14 israelíes (11 militares y 3 civiles).
La proporción de víctimas entre los palestinos es
totalmente distinta que entre los israelíes; abrumadoramente más muertes de
civiles, y eso revela el carácter de la represión. Dime qué reprimes y te diré
quién eres: si el bando que enfrentas tiene sobre todos militares, estás
enfrentando una dictadura, un gobierno racista… si el bando que enfrentas tiene
víctimas entre la población civil; hombres, mujeres, niños, estás enfrentando
una sociedad, estás más bien reprimiendo, asesinando una sociedad…
Lo que ha pasado el 7 de octubre de 2023 ha sido atroz. Niños, mujeres,
ancianos, también militares israelíes ajusticiados sumariamente. En un
operativo comparable al que han llevado adelante, numerosas veces, las
fuerzas armadas israelíes contra población palestina,
indiscriminadamente (aunque el objetivo proclamado haya sido alcanzar
“nidos terroristas”). Aun comparables, hay que precisar que la incursión
de Hamás del 7 de octubre no alcanzó el volumen de los mayores
“castigos ejemplares” sionistas, lo cual no minimiza el operativo de
Hamás sino que desnuda el alcance de aquellos “castigos”, que los
referentes de Occidente han ignorado sistemáticamente. El 7 de octubre han sido matados más israelíes que en todos los
desesperados intentos de defensa y réplica ante las invasiones israelíes
(aun sumándoles los atentados llevados a cabo en acciones ofensivas y
violentas de agrupaciones palestinas), a lo largo de todo el actual
siglo XXI.
Si durante estas primeras décadas del s XXI podíamos contabilizar 50 o
100 palestinos destrozados, asesinados por cada israelí victimado, el
operativo de Hamás alteró esa macabra contabilidad, aparentemente
consolidada.
Esto da lugar a una penosa paradoja: fue una acción violenta, con
asesinatos incluidos, de Hamás, la que ha dado lugar a que varios medios
masivos reconozcan el papel y destino asignado a los palestinos por
parte del Estado de Israel.
Sin duda, Netanyahu y los militaristas racistas de la
dirección israelí no van a aceptar “los nuevos resultados” y mediante castigos
colectivos violentos y masivos, procurarán acercar el número de víctimas por
bando a lo que ya se había como consolidado en las últimas décadas.[3]
Pero no es ninguna necesidad histórica,
como repasamos en nota al pie.
Como explica Juan Lu González,[4] lo acontecido cambia las relaciones de poder de
las partes. Una sociedad como la israelí, a la vez tan pertrechada y tan atenta
a no perder vidas propias (a costa de que otros en todo caso sí las pierdan) ha
sido conmocionada en sus cimientos psicoideológicos.
La política de “los grandes poderes” de ignorar a los palestinos;
en 2020, Donald Trump procuró hacer, con
la cúpula israelí, un “Acuerdo del Siglo” para liquidar “la cuestión
palestina”, firmado por EE.UU. e Israel, al cual los palestinos no fueron
convocados ni siquiera para que firmaran formalmente un acuerdo ajeno.
Fueron tratados como objetos pero sin que trascendiera siquiera su
calidad de cosa. Porque ni a estampar una firma formal fueron
convocados.
El operativo de Hamás ha quebrado esa política de negación radical a
lo palestino. Que esconde la expropiación brutal sufrida por una
sociedad “natural” a manos de un designio, una sociedad de diseño; un
desgarrón que conocemos –en otros órdenes de la vida social– cada vez
más en nuestra modernidad contemporánea.
El juego de poderes perdura: EE.UU., su dirección
formal con toda la batería de representantes del Congreso más o menos untados por Israel,[5]
el gobierno israelí, el “mundo occidental” en general, apoyan “salidas” para el conflicto palestino-israelí
que atienden las necesidades israelíes y ni siquiera se mira(ba)n las
palestinas; el despojo patrocinado por las Grandes Potencias en 1947 (vía ONU).
Por eso, como bien explica Jeremy Hammond, el ardid
israelí es invocar la presencia generalizada de “escudos humanos” para explicar
tantas muertes civiles, pero: “no se puede invocar el uso de edificios de
vivienda, de hospitales, escuelas, instalaciones de la ONU, plantas de
tratamiento de aguas servidas”,[6]
y agrego yo, puertos, aeropuertos, centrales eléctricas como lugares
(bombardeables) por ser “escudos humanos”.
Quiero rematar estos apuntes invocando las observaciones del
imprescindible Jonathan Cook, residente en las áreas cristianas de
Jerusalén. Cook considera crucial el uso que la Franja de Gaza tuvo para
los operadores y decididores israelíes, al convertirla en sitio de
experimentación, una vez que evacuaron los colonos sionistas [2005] que
inicialmente se habían apostado allí a principios del s. XXI.
Nos recuerda que Israel procedió a “todo tipo de experimentos. ¿Cuál es la mejor
manera de contener a la población? ¿Qué restricciones podrían imponerse a su
dieta y estilo de vida? ¿Cómo reclutar redes de informantes y colaboradores a
distancia? ¿Qué efecto tuvieron el atrapamiento de la población y los repetidos
bombardeos en las relaciones sociales y políticas?
Y, en última
instancia, ¿cómo mantener subyugados a los habitantes de Gaza y evitar un levantamiento?
Las
respuestas a esas preguntas se pusieron a disposición de los aliados
occidentales a través del portal de compras de Israel. Los elementos
disponibles incluían sistemas de interceptación de cohetes, sensores
electrónicos, sistemas de vigilancia, drones, reconocimiento facial, torres de
armas automatizadas y mucho más. Todo probado en situaciones de la vida real en
Gaza.” [7]
Todo este atroz diseño de poder, ha sido conmocionado
por palestinos, el 7 de octubre. Una vez más.
Nos recuerda el testimonio del médico noruego Mads
Gilbert, que ha participado en la formación de hospitales de campaña en la
Franja de Gaza ante los devastadores ataques israelíes arrasando hasta
hospitales instalados (en 2008, en 2012). Gilbert admiraba la resiliencia palestina;
su tenaz resistencia ante tanta destrucción y despojo como la sufrida por
Palestina y palestinos a manos sionistas.
Compárese esta visión con la de Erik Starmer,
ilustrada por el mismo Cook; Starmer es el jefe laborista británico (que
desplazara a Jeremy Corbyn), que acaba
de apoyar: “El asedio completo de Gaza”, que considera es “el derecho de Israel
a defenderse”. Y junto con ello, “la represión de cualquier disidencia
caracterizándola como antisemitismo.”
(ibíd.)
La policía de pensamiento preservando prerrogativas
israelíes no se limita al Reino Unido, ni a EE.UU. El comedimiento europeo
hacia Israel es tal que permanentemente se suman nuevos estados europeos a
definir cualquier crítica al tratamiento dado al bautizado como “el Holocausto”,
como delito, encarcelable.
Penosa ruptura del valioso derecho a la crítica,
justamente en el subcontinente que había procurado plantarse como el hogar por
excelencia de la libertad de crítica. Junto con este acatamiento a la verdad
oficial como valor en sí mismo; esta abolición de la investigación historiográfica,
tenemos que agregar la sinuosa geografía
europea dictada por la geopolítica: el estado israelí, como el qatarí o el
libanés, está situado en Asia. Como la tensión ha dificultado la presencia del
seleccionado israelí de fútbol en su área asiática, Europa “le presta” un lugar
europeo inexistente para que compita en la selección para los campeonatos
mundiales de fútbol como “europeo”. Si esto no es eurocentrismo, ¿qué es?
Los atentísimos europeos quieren evitar, por ejemplo,
los enfrentamientos entre la selección palestina y la israelí (porque para la
FIFA Palestina también es un estado nacional y así ha ingresado al fútbol oficial
internacional).
La selección nacional palestina de fútbol ha perdido integrantes de su selección por la
política israelí de que sus militares baleen rodillas o piernas de futbolistas
(otra forma israelí de negación de lo palestino, que nos permite vislumbrar
escasa o nula democraticidad).
Imagine el lector el malestar que se produciría con un partido de
fútbol entre palestinos e israelíes por las eliminatorias del Mundial.
Sabemos que es remota la posibilidad, porque los
antecedentes futbolísticos de Israel no son altos y Palestina cuenta con una
serie de limitaciones y condicionamientos de gravedad jamás vista en otros
seleccionados: no contar casi ni con campos de juego como la gente y ver
raleadas sus filas por atentados.
Visualizo el 7 de octubre como mojón trágico y a la
vez memorable.
[1] Más allá de un aspecto psicológico en la
construcción de un “juguete militar” con seres humanos, está el aspecto
crematístico: Israel ostenta en su propaganda de artefactos securitarios en el
mercado internacional de armas, el que estén “probados en campo”.
[2] Y además queda en pie la inquietante
pregunta: ¿qué significa destruir viviendas (con o sin habitantes)? Un atroz
castigo colectivo, expulsivo.
[3] Porque esa cuenta macabra ha variado y
mucho en la relación de muertos por
“bando” a lo largo de esta ya larguísima, penosa historia. Durante el conflicto
mayor y más largo que enfrentó a palestinos con ingleses y sionistas unidos –la
huelga y levantamiento de 1936 a 1939–, efectivamente las víctimas palestinas
decuplicaron las de ingleses y judíos juntos. Pero en las resistencias más
espontáneas frente a la expulsión de las tierras de labranza, en un par de
acontecimientos en la década del ’20, con un sionismo todavía no tan
militarizado, las muertes, siempre lamentables, fueron más, digamos,
repartidas. En las intifadas (1987 y 2000), con un sionismo mucho más afianzado
y militarizado, la proporción de muertos por bando empezó a ser la
característica en el s xxi, reiterando el atroz saldo de 1936-1939. El 7 de
octubre de 2023, rompió otra vez los conteos trágicos.
[4] redlatinasinfronteras.sur@gmail.com,
“Ya nada será igual”, 13 octubre 2023.
[5] El durísimo participio es literalmente
exacto: salvo una escasa minoría de representantes del Congreso de EE.UU. a
quienes las redes de apoyo judío no les envían contribuciones porque se los
considera desahuciados, irrecuperables, a más de las tres cuartas partes de los
congresales se les obsequia diversas fondos de asistencia, de cooperación, de
fomento, de ayuda, de solidaridad; millones de dólares que de hecho es el
combustible financiero para todos los
engranajes institucionales del Poder Legislativo norteamericano. A todos estos
congresales se les hace muy, pero muy pesado levantar la mano contra los
numerosos y nutridos intereses judeosionistas en EE.UU. y desde EE.UU.
[6] www.JeremyRHammond.com, 18 oct. 2023.
[7] https://www.unz.com/jcook/lawless-in-gaza-why-britain-and-the-west-back-israels-crimes/.