Los principales
partidos de la variopinta oposición venezolana vienen anunciado su
eventual participación en los procesos electorales regionales previstos
para diciembre de este año, luego de participar activamente en violentos
actos desestabilizadores y terroristas por cuatro meses, una vez se
produjeran discretas conversaciones de su dirigencia y representantes
del gobierno.
El anuncio más llamativo vino de la mano de Freddy
Guevara, dirigente del partido Voluntad Popular, integrante de la cúpula
que activamente ha promovido la violencia en los meses recientes. Ha
señalado al "camino electoral" como la alternativa para consagrar los
objetivos del antichavismo en Venezuela. No obstante, hay que revisar
estos anuncios desde una perspectiva más amplia, pero no por eso menos
detallada.
Es evidente la incrongruencia de la narrativa de la
oposición. Primero Justicia, Un Nuevo Tiempo, Avanzada Progresista ,
Acción Democrática e incluso Voluntad Popular transitarán ahora los
caminos electorales, después de desconocer el gobierno de Nicolás
Maduro, lo que no garantiza que abandonen los caminos de la violencia.
El partido Vente Venezuela de María Corina Machado y Alianza Bravo
Pueblo de Antonio Ledezma, han sido tajantes en no participar.
Pero el pragmatismo es evidente: la posibilidad de conquistar
gobernaciones y alcadías le daría a la oposición no solo presencia y
poder territorial sino acceso a presupuestos. Y hoy no hay forma de
predecir cuáles –o cuántas- gobernaciones o alcaldías quedarán en manos
de la oposición.
Los dirigentes de la oposición –quizá por estar
sobreexpuestos a la información de la prensa internacional-
sobrestimaron su propia fuerza y credibilidad, subestimaron la
conciencia del pueblo chavista y leyeron en inglés qué significa ser
combativo (o sea el estado de ánimo de la gente). Y eso trae primero
pase de facturas, cambios, huídas y cambios de posiciones, dentro de una
dirigencia de clase alta lejana (siempre) a la realidad y con
directivas emanadas desde el exterior.
Y quedaron atrapados en
sus propias redes (las sociales), confundiendo la posverdad (las
mentiras que ellos lanzaban sobre la radicalización de la población) con
la realidad y la verdad, y en la especulación del derrame de los
cuadros de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, pero héte aquí que
ésta se mantuvo firme.
La oposición desconoció el resultado, la
realidad-real, pero igual debió asumir el golpe, lo que obligó a un
cambio de táctica –incuso poner en duda el tan cacareado “empate” entre
oficialistas y opositores- y de estrategias sobre la marcha: ahora
participarán en las elecciones regionales comandadas por el mismo
Consejo Electoral al que acusaron de ilegítimo, ilegal, fraudulento,
manipulador…
Travestidos de demócratas
Acuden a
elecciones tras el fracaso estrepitoso de su estrategia abierta del
desplazamiento violento del gobierno, a través de movilizaciones,
trancas, paros, plantones, guarimbas y violencia articulada y
paramilitarizada, que dejaron más de un centenar de muertos y más de
1.500 heridos en cuatro meses, que tratarán de barrer debajo de la
alfombra ante el electorado. Tampoco puede descartarse que la violencia
–reducida- continúe, pero ya sin responsables políticos visibles…
Las inscripciones de candidaturas a gobernaciones expirará el 17 de
agosto. No se sabe si las candidaturas de la oposición serán unitarias o
si los partidos de la MUD irán separados desmembrándose electoralmente.
Las pugnas internas son entre los partidos que promovieron activamente
la violencia (Voluntad Popular y Primero Justicia) y los que no (Acción
Democrática, Avanzada Progresista y Un Nuevo Tiempo), considerados como
ala moderada de la oposición.
Henry Ramos Allup, dirigente de
Acción Democrática (AD), criticó a aquellos sectores que pretenden salir
del gobierno, pero “obstaculizan los mecanismos de participación” o los
que se escudan en los “caídos durante las manifestaciones”, para no
participar en el proceso electoral. “Si no inscribimos un candidato, más
rápido que inmediatamente, el gobierno hace esas elecciones y se llevan
las 23 gobernaciones y nos quedamos sin oposición”.
AD es el
agrupamiento socialdemócrata histórico, que acompañó la escalada de
violencia, pero que apuesta al desgaste del gobierno, sobre todo por el
efecto de los ataques económicos. Tiene representatividad en casi todos
los estados y intenta ganar gobernaciones y alcaldías acumulando en
votos el descontento popular.
En el otro extremo están los
grupos alineados en la “resistencia” que rechaza la traición de los
dirigentes que aceptaron ir a las elecciones, junto a la reivindicación
de las acciones de violencia, Se mueve a través de redes sociales,
muchas de ellas manejadas desde Miami. Algunos analistas señalan que no
es más que otro nombre de partidos como Primero Justicia y Voluntad
Popular, que los habilita a transitar por ambos caminos: el del terror y
el de la democracia a la vez..
Episodios similares al ataque al
fuerte Paramacay y/o el bombardeo del helicóptero robado a
instituciones públicas, pueden repetiré, pero ya estaríamos hablando de
hechos más profesionales y paramilitarizados. Incluso en este escenario
electoral, la violencia beneficia a la MUD, pero sobre todo a aquellos
que financian la desestabilización que lleve a una intervención
extranjera en busca de las riquezas nacionales.
Y quedaron
descolocados al consolidarse la Asamblea Nacional Constituyente sin
participación de la oposición, por decisión propia. Es más, la MUD ya
había anunciado que no participaría de las elecciones regionales y la
revocatoria de esa decisión que pone nuevamente en el camino civilizado a
una masa opositora que fue convencida de que la aventura violenta sería
exitosa.
La narrativa sigue siendo incoherente y difícil de
rearmar. Gastaron tiempo, esfuerzo, presiones, desestabilización para
deslegitimar a nivel nacional –pero sobre internacional- tanto al
Consejo Nacional Electoral como al proceso electoral constituyente, sin
lograrlo. Es más, legitimando a ambos, algo bastante difícil de explicar
a la masa opositora, que no entiende tanta consigna contradictoria. Los
medios han sobrepasado ampliamente la canalización de la información,
para extenderse a la misma producción de acontecimientos políticos,
hasta convertirse en los principales movilizadores y operadores
políticos.
Ataques económicos e internacionales
De todas formas, este análisis quedaría cojo si no se tienen en cuenta
otras dos “fuerzas” de la derecha, la desestabilización económica y el
frente internacional-diplomático. Pero la desestabilización sigue y
desde el exterior el primer frente de ataque sigue siendo el económico,
inflando desproporcionadamente el valor del dólar, tratando de
recrudecer el ciclo de malestar popular. Junto al frente económico, el
internacional -con Donald Trump como comandante en jefe- no logra sumar
triunfos, pese a la ferviente coordinación de de México y Colombia de
los gobiernos subordinados de la región.
La nueva ofensiva del Dolar Today,
precedida por un acoso particularmente agresivo por el establishment
estadounidense y sus repetidores locales, piensa cosechar en diciembre
los resultados de una hiperinflación en puertas, de no producirse un
cambio en la política financiera, en medio de un creciente intento de
aislamiento internacional, comandado por Donald Trump desde Washington y
Juan Manuel Santos desde Bogotá, y bloqueo financiero que afectan las
fuentes de abastecimiento. En estas circunstancias, en Caracas sorprende
el cambio de canciller, pese a los buenos resultados de Samuel Moncada.
Tras declarar que la convocatoria constituyente agravaría el
cuadro de crisis política en Venezuela, varios gobiernos optaron por
medidas unilaterales, concertadas o no con otros países. Declaraciones,
congelación de haberes y prohibición comercial para altos funcionarios
(como hizo Estados Unidos), retiro de embajadores y anuncios de
preocupación o de condena por la realización de la constituyente.
Brasil, Argentina, Canadá, Chile, Colombia, Estados Unidos, México,
Panamá, Paraguay, Perú y un nutrido grupo de naciones europeas
condenaron el proceso y anunciaron que no reconocen esa asamblea
constituyente. Perú convocó a una nueva reunión de gobiernos americanos
sobre el tema Venezuela, y fue un nuevo fracaso.
La mayoría de
las críticas del exterior se centraron en el “carácter corporativista”
de la elección, pues los nuevos asambleístas fueron electos sobre una
base territorial (364 asambleístas), con un representante por municipio,
lo que implicó una sobrerrepresentación de zonas poco pobladas donde el
oficialismo es fuerte, y sobre la base de listas de grupos sociales
escogidos en la convocatoria (181): trabajadores, pensionados,
campesinos, estudiantes, consejos comunales, empresarios, personas con
discapacidad e indígenas.
El proceso regional
Los partidos autorizados para participar en los próximos comicios son
Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv), Independientes Por el
Progreso (IPP), Unidad Política Popular 89 (UPP 89), Mesa de la Unidad
Democrática (MUD), Partido Unión y Entendimiento (Puente), Nueva Visión
para mi País (Nuvipa), Partido Comunista de Venezuela (PCV), Tendencias
Unificadas para Alcanzar el Movimiento de Acción Revolucionaria
Organizada (Tupamaros), Acción Democrática (AD), Un Nuevo Tiempo Contigo
(UNTC) y Movimiento Primero Justicia (MPJ).
A ellos hay que
sumar Avanzada Progresista (AP), Voluntad Popular (VP), Movimiento Al
Socialismo (MAS), Por la Democracia Social (Podemos), Organización
Renovadora Auténtica (ORA), Patria Para Todos (PPT), Movimiento
Electoral del Pueblo (MEP), Nuevo Camino Revolucionario (NCR), Copei,
Movimiento Político Alianza Para el Cambio (MPAPC) y Unidad Popular
Venezolana (UPV).
En las elecciones del 10 de diciembre están
convocados a participar un total de 18 millones 094.065 venezolanos. En
estos comicios no estarán incluidos los votantes de Distrito Capital,
por poseer un régimen especial de gobierno que no prevé la elección de
gobernador o de consejo legislativo, ni los venezolanos residenciados en
el exterior. Por ello, la data de votantes es menor al total de
inscritos en el Registro Electoral, que son 19 millones 854.437
personas.
Rehacer la cultura democrática
Hoy, con
una votación de 8 millones, el chavismo es nuevamente la mayoría
electoral del país, pero los resultados del 30 de julio derrotaron la
violencia y la lógica de confrontación permanente. Desde el mismo días
siguiente se abrieron las compuertas del diálogo, tímido aún, entre
gobierno y oposición, par atender los problemas urgentes de la sociedad.
Hoy por hoy no hay convicción –me atrevería a decir en ninguno de los
lados- de la necesidad del entendimiento político.
Antes se
debiera avanzar en el respeto mutuo y en la construcción de consensos
mínimos y de una agenda común; que reencauce una cultura política para
el fortalecimiento de la democracia. Difícil lograrlo mientras desde
Washington se insiste en derrocar al gobierno (ya sin preguntarle a los
opositores) e imponer sanciones a funcionarios, ahora por el delito de
apoyar la Constituyente.
Detrás de esa desesperación están los
fondos de inversión, la banca trasnacional, y las corporaciones
trasnacionales mineras y petroleras como ExxonMobil, representada por el
secretario de Estado estadounidense. Los intereses en el suelo y
subsuelo venezolanos están plenamente expresados en la política del
senador Marco Rubio y del presidente Trump contra Venezuela. Ellos
siguen apostando por la continuidad de la violencia para desestabilizar
el panorama político venezolano.