“Es la economía, estúpido”. Con esa frase ganó Bill Clinton las
elecciones presidenciales estadounidenses de 1992 frente a George Bush
padre.
Si queremos analizar lo que sucede en Venezuela, un país
en el que pocas personas han estado, pero todas parecen saber y opinar
sobre lo que sucede allá, debemos ampliar la frase y decir: “Es la
geopolítica, estúpido”.
Todo análisis sobre Venezuela debe
partir de una premisa, la de ser el país con las reservas de petróleo
certificadas más grandes del mundo [1] (en torno a 300.000
millones de barriles). A esa cantidad de oro negro hay que sumar estar
entre las 10 principales reservas de gas, biodiversidad, y minerales y
“tierras raras”, como el coltán.
Por si fuera poco, un barco
petrolero tarda menos de una semana en atravesar el Caribe y llegar
desde Venezuela a los principales puertos de la costa este de los
Estados Unidos, frente al mes y medio que ese mismo barco tarda en
llegar desde el Golfo Pérsico atravesando el Canal de Suez.
Solo desde esta mínima base geopolítica es que podemos atrevernos a
intentar analizar qué sucede en Venezuela, y si realmente existe o no
una guerra económica.
En “La mano visible del Mercado” [2] ,
la economista venezolana Pascualina Curcio, determina 3 coordenadas
fundamentales para poder hablar de guerra económica: acaparamiento de
productos de consumo básico; inflación inducida mediante manipulación
artificial del tipo de cambio; y bloqueo financiero.
GUERRA ECONÓMICA |
Examinemos
el primero de los 3 indicadores. ¿Porqué es fácil en Venezuela
encontrar productos del campo, como frutas y vegetales, pero en cambio
es extremadamente difícil encontrar determinados medicamentos o
productos de higiene? Porque estos últimos pertenecen a 2 empresas
estadounidenses, Procter & Gamble y Jonhson & Jonhson, que
tienen el monopolio del 90% del mercado y controlan cuando y qué
productos colocan en el mercado. Es una decisión política, y no
económica, el que se encuentren unos productos sí y otros no en las
tiendas y supermercados de Venezuela.
En segundo lugar, la
inflación, que desde el Chile de Allende siempre fue un arma política en
el que quien controla el suministro de los productos controla el precio
de los mismos. El concepto inflación es diferente al aumento de precios
y ni siquiera tiene que ver con la economía, si no con decisiones
políticas. Otro economista, en este caso español, Alfredo Serrano,
explica [3] como el valor del tipo de cambio en Venezuela se ha
multiplicado desde mediados de 2014 por 1410 veces, mientras que la
cantidad de billetes se multiplicaba por 43, la liquidez por 64 y el
tipo de cambio implícito por 141.
Esto solo se puede entender a partir
de decisiones políticas, como la manipulación del tipo de cambio
dirigida por la web Dólar Today, alojada en servidores de Miami, Estados
Unidos; o que la calificadora Standard & Poor’s declare [4] a Venezuela en default selectivo a pesar de que ha cumplido con todas [5] las deudas e intereses con sus acreedores, pagando hasta el momento 70.000 millones de deuda.
En tercer lugar, el bloqueo económico estadounidense es una realidad que se ampara en un decreto [6]
ejecutivo firmado por el Nobel de la Paz Barack Obama, que declara a
Venezuela un peligro para la seguridad nacional. Más allá de las
declaraciones pomposas, esta medida tiene consecuencias muy reales. Por
ejemplo, en noviembre 2017 fueron devueltas 23 operaciones [7]
en el sistema financiero internacional valoradas en 39 millones de
dólares para la compra de alimentos, insumos básicos y medicamentos .
Para completar este breve análisis y si repasamos un poco la historia,
podemos encontrar numerosas similitudes entre lo que sucede hoy día en
Venezuela, y lo que sucedió en el Chile de Salvador Allende o en la Cuba
de Fidel Castro. Ataques a la economía que en realidad son contra todo
un pueblo en la medida en que se alteran los mecanismos de producción y
distribución de productos básicos; manipulación mediática nacional e
internacional contra estos gobiernos; presencia de manera directa o
indirecta del imperialismo estadounidense mediante sus diferentes
mecanismos de injerencia; desde la CIA a la DEA, pasando por USAID y el
financiamiento mediante decenas de millones de dólares de la oposición
política.
Por todo esto, podemos afirmar que sí, que Venezuela
sufre una guerra económica contra todo un pueblo, y que línea de
separación hoy si queremos debatir sobre Venezuela no es izquierda o
derecha, socialismo o capitalismo, sino democracia frente a terrorismo
político, económico y mediático.
PD: Y sí, Venezuela tiene
múltiples problemas que van desde la inseguridad hasta la ineficiencia o
corrupción. Pero esos problemas le corresponde resolverlos al pueblo
venezolano de manera soberana. A nadie más.
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